jueves, 1 de abril de 2010

Nuevas Pistas en el Sector Colaboración

Se acaba de realizar en Lima, del 22 al 25 de marzo, el III Encuentro Interprovincial del Sector Colaboración (antes “Laicos”) de la CPAL. Aunque disminuyó el número de provincias participantes con respecto al Encuentro del 2008, esta vez se hicieron presentes los directivos latinoamericanos de las tres asociaciones laicales vinculadas a la Compañía, mencionadas en el decreto 6 de la CG 35: AO-MEJ, ASIA, CVX. La reunión se inició haciendo memoria de los principales acuerdos del Encuentro pasado (Quito 2008), una relación de las novedades ocurridas en las Provincias y Regiones con relación a la Colaboración y los avances de las mencionadas Asociaciones.


Hay pasos adelante y nuevas pistas que se van explorando por un lado y por otro. El Encuentro anterior animó a tomar más iniciativas de colaboración potenciando el acercamiento espiritual y apostólico entre laicos y jesuitas, mejorando el acompañamiento y estableciendo nuevas redes.


Los informes de las Provincias señalan algunos avances en ese sentido: apoyo a la familia ignaciana en las dos Provincias en que se encuentran, relanzamiento de la red apostólica ignaciana en Río de Janeiro (una experiencia que vincula a 14 grupos de espiritualidad ignaciana en la ciudad), actividades conjuntas de jesuitas y laicos en varias Provincias, publicación de libros o artículos sobre el tema de la colaboración.


El Encuentro anterior había insistido en la necesidad de tener programas de formación conjunta y lo solicitó expresamente en una carta enviada a los Provinciales al término de la reunión. Al menos cinco provincias reportan el inicio o la continuación de esos programas que incluyen talleres de espiritualidad ignaciana, cursos para acompañamiento de Ejercicios Espirituales, un plan nacional de formación conjunta. En esa misma línea hay que situar también el diplomado de gerencia social ignaciana diseñado para jesuitas y laicos que trabajan en obras de la Compañía en puestos de gestión.


Las asociaciones ignacianas informaron sobre los logros y dificultades durante el periodo. El Consejo Mundial del Apostolado de la Oración tuvo un encuentro en Roma, en febrero de este año, con el P. Adolfo Nicolás. En esta reunión fueron invitados por el P. General a “recrear” el AO desde una relectura actualizada de la inspiración original de este servicio eclesial. ASIA relató la experiencia del Congreso Mundial realizado el año pasado en Burundi, en pleno corazón del África. Los once latinoamericanos presentes en él se comprometieron a trabajar por las “Áfricas” presentes en América Latina, preparan proyectos conjuntos con redes educativas en algunos países y comienzan a visualizar su misión como antiguos alumnos desde el lema: “nos educaron, eduquemos”.


La CVX informó sobre su participación en las diversas redes del apostolado social de la Compañía. Forma parte de la red de incidencia de los Centros Sociales, ofrece su presencia en la ONU como apoyo para atender a los grupos más vulnerables y ha generado tres grupos ignacianos de reflexión sobre migración, recursos naturales e incidencia. De los informes ofrecidos por las asociaciones ignacianas se puede deducir, pues, que se está dando un giro lento pero significativo en ellas y en su vinculación con la Compañía en vistas a la misión común. En la carta que envían a los Provinciales al final del Encuentro, los participantes dicen con razón que estas experiencias “sirvieron como referencia de la trayectoria y potencialidades de la colaboración para la misión en América Latina”.


El encuentro de Lima se abocó, además, al estudio de dos temas clave para la colaboración en el continente: qué entender por “laico ignaciano” y por “red apostólica ignaciana”. Son dos términos procedentes de los decretos sobre la colaboración en las dos últimas Congregaciones. Estos documentos adelantan algunas notas y consideraciones. Sin embargo, existe la conciencia de que ellas no son suficientes y que la experiencia nos viene diciendo que debemos avanzar en aclarar ambos términos para evitar ambigüedades, confusiones y posteriores dificultades en la misma colaboración apostólica.


El resultado ha sido un par de relaciones breves a ser presentadas a los Provinciales para su examen. Existe la convicción de que en el tema del “laicado ignaciano” se requiere de un mayor estudio básicamente en tres direcciones: la propuesta eclesiológica del Concilio Vaticano II (en especial Lumen Gentium) que va a reflejarse posteriormente en el decreto 13 de la CG 34; una reflexión teológica sobre el laicado en la Iglesia en un mundo pluri-cultural y en constante interacción religiosa; y una revisión de la experiencia histórica de Ignacio y los primeros compañeros sobre los modos de la colaboración que ellos supieron establecer.


El documento avanza algunas notas que son fruto de un esmerado trabajo realizado entre los dos últimos Encuentros y de la oración personal y trabajo grupal desarrollado en Lima. La espiritualidad ignaciana laical refiere a tres elementos que se interrelacionan y enriquecen mutuamente: el encuentro personal con Jesús, experiencia que funda una vida de discípulos; la inserción en una comunidad de pecadores perdonados y convocados al seguimiento; la orientación apostólica que vincula fe y justicia.


En tanto laical, la misión considera la vida matrimonial, la educación de los hijos, el trabajo cotidiano, la vida profesional, el emprendimiento social, el compromiso político como espacios propios para “buscar y hallar” la voluntad de Dios. Si bien no hay referencias explícitas a los documentos de Aparecida y de las últimas CC.GG. 34 y 35, el documento está en clara consonancia con ellos. La versión final tuvo amplia aprobación.


En cuanto a la “red apostólica ignaciana”, los participantes del Encuentro admiten haberse encontrado con mayores dificultades y entienden que el documento elaborado en Lima va a requerir de un desarrollo ulterior. El punto de partida, en este caso, es una evaluación de las diferentes experiencias que se han llevado a cabo en América Latina luego de la CG 35, con sus luces y sus sombras. En este momento, hay Provincias que consideran que aún no ha llegado el momento de implementarla mientras que otras pueden presentar ya un camino recorrido, con resultados diversos. Caminar en red continúa siendo de mucho interés y actualidad, que aporta “valor agregado” a los grupos que la conforman, pero debe insistirse mucho en la claridad de la propuesta y en la continuidad del compromiso de los diversos agentes que participen de ella.


Las experiencias nos dicen que las redes que se han organizado son de dos tipos: sectoriales (definidas por una modalidad apostólica) y territoriales (definidas por la referencia a una región determinada). En algunas ocasiones, estas redes se interconectan favoreciendo la eficacia apostólica. Muchas de estas redes, sectoriales o regionales, tienen de hecho las características de la RAI (señaladas por la CG 34) aunque no lleven ese nombre. Es tiempo, pues, de discernimiento. En este punto, el Encuentro tuvo el valor de colocar el tema en la agenda, apuntar algunos consensos y abrir el debate sobre algunos temas pendientes: la organización más adecuada a una red, su vinculación con la Compañía, la necesidad de aclarar las categorías de familia ignaciana y RAI.


Finalmente, el Encuentro expresó su parecer ante la consulta solicitada sobre prioridades y acciones a futuro en el contexto del proyecto apostólico común. “Entre los frutos más significativos de esta reunión está la propuesta de prioridades y acciones correspondientes para el PAC, alcanzada en un clima de fácil consenso y de consolación”, expresan los participantes en su carta a los Provinciales. Y fue así, en efecto, sorprendiendo además la extraordinaria concordancia de estas prioridades con las expresadas por otros foros consultados: comunidades, obras, seminario PAC.


El broche del Encuentro fue la Eucaristía final celebrada en la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima en comunión con todas las comunidades de CVX de Lima, conmemorando su día jubilar. La Encarnación del Verbo alentó una vez más a laicos y jesuitas a ser testigos fieles de la “espiritualidad encarnada” que nos legaron Ignacio y sus primeros compañeros.


Ernesto Cavassa, S.J.

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