"Reconozco la gravedad y los errores cometidos. Pero hay que mirar hacia adelante"
"Hubo en la Iglesia una cultura de ocultar el problema o de resolverlo simplemente trasladando a las personas"
Si es una Pascua de pasión para Benedicto XVI, lo es también para el padre Federico Lombardi, director de la Sala de Prensa de la Santa Sede. Como si fuera un bombero, este jesuita de 67 años en las últimas semanas debió salir a desmentir artículos, precisar declaraciones y aclarar posiciones, a raíz del escándalo por abuso de niños por parte de sacerdotes. Lo entrevista Elisabetta Piqué en La Nación.
Ayer, no sólo se vio obligado a reiterar que la comparación entre los ataques al Papa y el antisemitismo -realizada el Viernes Santo por el predicador pontificio, Raniero Cantalamessa-, "no está en línea con la Santa Sede". También debió poner en contexto una nueva acusación por el caso de un sacerdote abusador en Arizona (de lo que se informa por separado).
En una entrevista con LA NACION en su despacho, Lombardi admitió que en el pasado existió en la Iglesia "una cultura de ocultar el problema o de resolverlo simplemente trasladando a las personas". Y defendió a Benedicto XVI subrayando que "la Iglesia no es una multinacional".
"El gobierno de Roma es un servicio a la unidad de la Iglesia, que ofrece indicaciones, y no se puede achacar a Roma las responsabilidades concretas de las autoridades locales. El Papa ha manifestado toda su participación en lo ocurrido, pero no puede asumir responsabilidades que no tiene y que no le corresponden. No sería justo. Si el general de un ejército permite que sus soldados actúen mal, no se puede exigir responsabilidades al presidente de ese país", sostuvo.
-En las últimas semanas, la Iglesia ha sido muy sacudida?
-Reconozco la gravedad y los errores cometidos. Pero hay que mirar hacia adelante. Y yo espero que todo este escándalo sirva para evitar que cosas similares puedan suceder en el futuro. El aspecto positivo de todo esto es que las distintas conferencias episcopales han puesto en marcha medidas para cambiar la situación. Además, la mayoría de los casos que están saliendo a la luz ocurrieron hace 30 años, mientras que en la actualidad la situación ha mejorado sensiblemente, en parte porque los criterios de selección y formación de los candidatos al sacerdocio han mejorado.
-¿Algunas acusaciones salpican directamente al Papa?
-Obviamente, hay artículos parciales, ataques instrumentales. Pero si alguien dice que Ratzinger ha estado implicado en estos casos, yo digo: "No, no es cierto. Ratzinger es el que está llevando transparencia. Benedicto XVI es el paladín de cómo afrontar estas cuestiones, ya desde cuando estaba al frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y en 2001 puso en marcha la nueva legislación para este tipo de actos". Que hubiera en el pasado una cultura de ocultar el problema o de resolverlo simplemente trasladando a las personas es algo que no podemos negar. Pero no es algo que sucedía sólo en la Iglesia. Es cierto que para la Iglesia, que pretende ser una autoridad moral, es más grave. Pero había una cultura general, así como una vergüenza natural, de no hacer públicas estas cosas y tratarlas en modo privado. Debemos reconocer que se trata de un comportamiento equivocado.
-¿Cree que hay una conspiración contra el Papa?
-¿Quién les está dando a los medios de comunicación los documentos? ¡Los abogados de las víctimas! ¿Conspiración? Llámenla como quieran, pero aquí hay unos abogados que están pasando a los medios documentos de sus casos para ganar más dinero. Y hay medios de comunicación que difunden los casos más polémicos sin profundizar.
-¿Usted considera, como algunos han sugerido en el Vaticano, que hay un complot?
-Lo que digo es muy simple: la Iglesia, en el mundo de hoy, navega a contracorriente a causa de muchas de sus posiciones sobre la moral y la familia. En ese sentido, son ya muchos los que critican a la Iglesia por no seguir el pensamiento mayoritario. Y cuando la Iglesia, que se presenta como una autoridad moral, demuestra fallas en su interior, entonces se convierte fácilmente en objeto de críticas. Si yo digo que hay que ser santo y luego me dedico a robar, me masacrarían justamente. Es normal que ocurra, sobre todo, porque estos escándalos no los podemos excusar ni los podemos ni debemos ocultar: debemos reconocerlos en toda su gravedad si queremos recuperar nuestra credibilidad y encontrar el camino. Pero también se debe reconocer que la pedofilia no sólo existe en la Iglesia católica, sino en la sociedad.
-El problema, para algunos, es que no hubo un reconocimiento claro y público de parte del Papa de que en el pasado la práctica habitual era encubrir los casos.
-No es cierto: Benedicto XVI ha afrontado la cuestión en innumerables ocasiones. Cuando visitó Estados Unidos, se reunió por primera vez con víctimas de abusos; en Australia; cuando se reunió con indígenas canadienses. Y hace dos semanas escribió una larga carta a los fieles irlandeses, un documento personal muy expresivo de su posición, en el que dedica palabras impresionantes a las víctimas, se muestra muy duro con los agresores y tiene la valentía de señalar la responsabilidad de los obispos. La carta a los fieles irlandeses no tiene por qué ser su última palabra sobre el asunto, pero tampoco se puede pretender que el Papa se dedique todos los días a responder a las acusaciones de algunos periodistas.
RD
No hay comentarios:
Publicar un comentario