martes, 1 de septiembre de 2009

Un nuevo modo de entendernos en la “esfera digital”

Rio de Janeiro, 31 de agosto de 2009.


Un nuevo modo de entendernos en la “esfera digital”


Entre los muchos frutos del reciente IV Encuentro del Sector de Comunicación de la CPAL (Bogotá, 3-8 de agosto 2009) debe destacarse el acento puesto en el significado e impacto que tiene hoy la así llamada “esfera digital” para la misión de la Compañía en el continente. Hubo varias presentaciones que abordaron, desde ángulos diversos, las nuevas tecnologías de la información y del conocimiento, el uso pastoral del internet, las redes sociales y su conexión con la “esfera digital” y el futuro de la comunicación en la región. La amplia presencia de hermanos, escolares y sacerdotes jóvenes jesuitas -ciudadanos del ciberespacio- ayudó a todo el grupo a refrescar conceptos y renovar las entradas al tema, tantas veces trabajado, de la comunicación.
Los datos nos dicen que alrededor del 80% de la población de los países industrializados y de la clase media de los países subdesarrollados (hoy llamados emergentes) está conectada al internet desde su casa. Nos encontramos en un nuevo mundo, en la “esfera digital”. Esta no se reduce a territorios geográficos de lenguas, culturas y polos de interés. Por el contrario, sus valores y formas de actuar son la apertura, las relaciones de par a par y la comunicación global.
A diferencia de los medios masivos “tradicionales” (prensa, radio, TV) los nuevos medios digitales interactivos no funcionan desde un centro emisor hacia la periferia sino ‘desde todos hacia todos’ en un espacio poli-céntrico. Mientras la antigua comunicación está controlada por las empresas que vehiculan sus propios intereses, la nueva comunicación estaría centrada en los individuos, quienes suministran los contenidos, la crítica, los procesos de interconexión y se organizan en redes de intercambio y de colaboración.

El avance paulatino de los medios digitales incide positivamente sobre cuatro capacidades estrechamente inter-dependientes: información, expresión, asociación y decisión de los individuos. Bien administrados se constituyen hoy en factor importante en la construcción de ciudadanía. La consecuencia de este proceso puede verse en la presión que estos medios consiguen ejercer, al menos en algunas situaciones, sobre la administración estatal y los gobiernos, obligándolos a ser más transparentes, abiertos y dialogantes. Además, debido al carácter mundial de la esfera pública, los movimientos de opinión y de acción ciudadana atraviesan cada vez más las fronteras y tocan el carácter planetario de los problemas ecológicos, económicos y políticos.

Esta nueva “esfera digital” podría resumirse, por tanto, en tres tendencias de resonancia mutua: la interconexión, la creación de comunidades virtuales y, lo que no es menor, un nuevo modo de comprensión del mundo.

Tal vez lo más significativo de todo este proceso es que en el mundo digital la interacción con el medio se diferencia radicalmente de la que se establece a través de la lectura del libro, la audición de la radio o la recepción de la tele-visión. Con la esfera digital nace la conectividad como modo de asociación de las personas entre sí y con el entorno y la cristalización de una `inteligencia conectiva´.

La `inteligencia conectiva´ es el proceso por el cual un grupo de personas motivadas comparte contenidos, conocimientos, análisis y propuestas, comunicándose en red a través de computadoras y otros dispositivos electrónicos, con unos resultados y soluciones aplicables al entorno social de cada uno y/o de un entorno social más amplio al que pertenece la red. Este concepto equivale, en sus formas más estables y organizadas, al de ‘redes de conocimiento’, cuyos miembros no sólo se comunican a través de medios electrónicos sino que tienen objetivos comunes, una alta motivación participativa y apoyo institucional. Estaríamos, por tanto, en la confluencia de una serie de procesos tecnológicos, comunicacionales y epistemológicos que van perfilando otro estilo de relación, entre las personas y con el entorno; es decir, una transformación cultural de amplio alcance, aún en fase germinal.

Sin embargo, el proceso muestra también sus debilidades: la brecha digital sigue siendo abismal en lo que se refiere al uso del internet, sólo mitigada por las cabinas públicas y por el uso cada vez más masivo de los celulares multifuncionales. La creación de tecnología de punta se limita a dos o tres países y el resto, aun los del mundo desarrollado, son simplemente consumidores y tecno-dependientes. La nueva esfera digital tiene sus “ciudadanos” pero comporta también sus “excluidos”, aquéllos no integrados en su lógica y en el dominio de sus medios.

De otra parte, conectividad no significa necesariamente mayor comunión e integración. Las comunidades virtuales implican compromisos leves dado el relativo anonimato que internet proporciona. Hay formas de adicción a internet y su uso excesivo favorece el individualismo asocial. Por todo ello hace bien el documento de Aparecida en recordar que “los medios de comunicación, en general, no sustituyen las relaciones personales ni la vida comunitaria local” (nº 489). Está pendiente la pregunta sobre la capacidad de generar mayor solidaridad en un mundo concebido desde este nuevo modo de relación.

Aún así nadie duda de las transformaciones que se vienen produciendo a partir de las nuevas tecnologías que constituyen esta esfera digital, parte constitutiva de la globalización y elemento esencial de la cultura de hoy. Así lo reconoce el mismo documento de Aparecida: “La revolución tecnológica y los procesos de globalización configuran el mundo actual como una gran cultura mediática. Esto implica una capacidad para reconocer los nuevos lenguajes, que pueden ayudar a una mayor humanización global. Estos nuevos lenguajes configuran un elemento articulador de los cambios en la sociedad” (nº 484).

Ante esta nueva realidad, el Sector Comunicación de la CPAL se planteó tres opciones en la pasada reunión:

1ª opción: Formación para la comunicación de los jesuitas y de nuestros colaboradores, siguiendo lo establecido en las Normas Complementarias de nuestras Constituciones (NC, n. 96, 1 y 2, p. 295; n. 303, 1, p. 375), incluyendo en ello el aprendizaje para el adecuado empleo apostólico de las nuevas tecnologías.

2ª opción: Comunicación para el servicio de la fe y la promoción de la justicia, siguiendo las orientaciones de la Congregación General 32 (d. 4, nº. 60) y en la CG 34 (d. 15, nn. 4 y 5) que piden expresamente que nuestras obras y actividades de comunicación estén orientadas al servicio de la fe y la promoción de la justicia. También lo hace la reciente CG 35: `Esta Congregación urge a todas las instituciones jesuitas a poner las nuevas tecnologías al servicio de los marginados´ (d. 3, nº. 29).

3ª opción: Potenciar, renovar y mejorar nuestra comunicación interna y externa (CG 35, d. 3, nº 13). En esta línea hubo varias propuestas: establecer en nuestras provincias comisiones de comunicación que ayuden a todos, jesuitas y colaboradores, a incorporar en todos los ministerios la dimensión comunicacional, continuar con el proyecto común de comunicación y solicitar un servicio informativo jesuita adecuado a las exigencias del mundo actual.

Estas opciones van acompañadas de líneas de acción que buscan concretarlas y, en correspondencia con el momento cultural en el que nos hallamos, estas concreciones no se limitan al propio sector. Por el contrario, se solicita “incentivar la participación del sector de comunicación en la conformación y desarrollo de redes intersectoriales provinciales e interprovinciales para la misión común”, “fomentar una mejor articulación de todas las actividades de comunicación a través de redes provinciales e interprovinciales en las distintas dimensiones o campos de la comunicación”, “promover el reconocimiento de que `la comunicación no está restringida a especialistas, sino que es una importante dimensión apostólica de todos nuestros ministerios´ (NC 303, 1, p. 375) y que por lo mismo esté presente de manera explícita en el Proyecto Apostólico de cada Provincia”, “promover en nuestra acción apostólica de forma creativa y actualizada el uso pertinente y cualificado de los nuevos lenguajes y de las nuevas tecnologías de la comunicación, especialmente el uso de internet”.

Es decir, las conclusiones del Encuentro son muestra clara de un modo nuevo de entendernos en la misión en el continente: más interconectados, más intersectoriales, más interprovinciales y más “en-redados” para poder responder de modo adecuado a las nuevas exigencias de la “esfera digital” manteniendo, sin embargo, la necesaria reserva crítica ante las ambigüedades y limitaciones que acompañan todo paso al frente en el progreso humano.

Ernesto Cavassa, S.J.


CPAL

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