domingo, 25 de agosto de 2013

Comentando la 1a. y 2a. lectura por José Enrique Galarreta S.J.



ISAÍAS 66, 18-21

Esto dice el Señor:
Yo vendré para reunir
a las naciones de toda lengua;
vendrán para ver mi gloria,
les daré una señal, y de entre ellos
despacharé supervivientes a las naciones:
a Tarsis, Etiopía, Libia, Masac, Tubal y Grecia:
a las costas lejanas que nunca oyeron mi fama
ni vieron mi gloria;
y anunciarán mi gloria a las naciones.
Y de todos los países, como ofrenda al Señor,
traerán a todos vuestros hermanos
a caballo, en carros y en literas,
en mulos y dromedarios,
hasta mi Monte Santo, Jerusalén - dice el Señor -
como los israelitas, en vasijas puras,
traen ofrendas al templo del Señor.
De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas
- dice el Señor -.

Se trata del final del libro (el "tercer Isaías" que ya conocemos). La predicación del Profeta se cierra con una escena apoteósica: el conocimiento de Dios por todas las naciones, con un mensaje múltiple, muy rico en matices: por un parte, la acostumbrada escenografía de la concentración de todas las naciones, la ostentación del poder definitivo de Dios que en el texto litúrgico se muestra en la enumeración de multitudes de las naciones más desconocidas reunidas en el Monte Santo: y, por encima de todo, la promesa del gran triunfo del Señor en sus elegidos, que no son el pueblo de Israel sino todos los pueblos...

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