jueves, 25 de diciembre de 2014

Hoy: Bendición Urbi et Orbi. Fotos, video y palabras Papa. Fco denuncia la “persecución brutal” en Irak y Siria, y pide la paz en Ucrania, África y Oriente Medio


El Papa recuerda a los niños maltratados y abusados “bajo nuestro silencio cómplice”


Aboga por “transformar la indiferencia en cercanía y el rechazo en acogida” en su bendición Urbi et Orbi


(Jesús Bastante).- Miles de banderas, decenas de miles de fieles, provenientes de todo el mundo, y también de la ciudad, se acercaron a la mañana brumosa de Roma para recibir la bendición "Urbi et Orbi" del Papa Francisco. La ciudad y el mundo, en el día en que nace el niño Dios, en una Tierra que continúa sacudido por el odio y las guerras. Una tragedia "brutal" que afecta a muchos niños hoy, ante nuestro"silencio cómplice". Que ha de acabar ya.
No fue ajeno Francisco a ninguna de ellas. Ante casi cien mil personas, y después de escuchar, como es tradicional, los himnos de Italia y el Vaticano, Bergoglio pronunció por segunda vez su bendición. En esta ocasión, como en la Navidad de 2013, el Papa únicamente utilizó el italiano. Sin los clásicos ornamentos solemnes -ni siquiera hubo silla en esta ocasión-, Bergolio se hizo acompañar por los cardenales Müller y Rodé.

En su discurso, Francisco comenzó felicitando la Navidad a los presentes, que respondieron con un largo aplauso. "Jesús, el hijo de Dios, el salvador del mundo, ha nacido para nosotros. Ha nacido en Belén de una Virgen cumpliendo las antiguas profecías", arrancó el Papa, subrayando cómo "el Espíritu Santo iluminó a los pastores de Belén, y luego a los ancianos Simeón y Ana en el Templo de Jerusalén".
"Hermanos, Jesús es la salvación para todas las personas y para todos los pueblos. Hoy le pido que proteja a nuestros hermanos y hermanas de Irak y Siria, que padecen desde hace demasiado tiempo los efectos de un conflicto que aún perdura, y junto con grupos étnicos y religiosos sufren una persecución brutal. Que la Navidad les traiga esperanza, así como a los desplazados, prófugos, niños, ancianos de esa región y del mundo entero".
"Que transforme la indiferencia en cercanía y el rechazo en acogida", clamó el Papa, quien pidió "la ayuda humanitaria para sobrevivir al invierno". "Que el Señor abra los corazones y otorgue la paz a todo Oriente Medio, sosteniendo el empeño de los que dialogan por la paz entre judíos y palestinos".
También pidió por los que sufren en Ucrania, "que venzan en odio y la violencia y empernada un nuevo camino, con fraternidad y reconciliación". También paz "a Nigeria, y donde se derrama más sangre y demasiadas personas son retenidos como rehenes o masacradas". "También invoco la paz para otras partes del continente africano: Libia, Sudán del sur, república Centroafricana, Congo....", y a todos "les pido a los que tengan responsabilidades políticas que se comprometan a construir una fraternidad duradera".
Un niño nace. Miles, millones sufren por no haber nacido o, una vez en esta Tierra, por ser forzados, abusados, esclavizados. "Que Jesús salve a tantos niños víctimas de la violencia, objeto de tráfico ilícito y de personas, o forzados a convertirse en soldados. Niños, tantos niños son abusados. Esas familias de los niños muertos en Pakistán en las últimas semanas, los que sufren la enfermedad de ébola en Liberia o Sierra Leona... Agradezco de corazón a los que están atendiendo a los enfermos. Que se garantice el tratamiento y la atención necesarios".
"Jesús, el niño. Mi pensamiento va a todos los niños maltratados, que todavía no han visto la luz, que son víctimas del egoísmo, como esos niños aislados, que sufren la guerra, la persecución, que son explotados, bajo nuestro silencio cómplice. Esos niños que mueren o sufren bajo bombardeos. Todavía hoy, su silencio impotente está gritando debajo de la espada de tantos Herodes, bajo las sombras de los actuales Herodes. Tantas lágrimas están en esta Navidad, junto a las del niño Jesús".
"Que el Espíritu Santo ilumine nuestros corazones -continuó el Pontífice-, para que podamos reconocer al niño Jesús, nacido de la Virgen María, la salvación que Dios nos ha dado a todos los hombres y mujeres de la Tierra. Que su voz se haga oir en todos los corazones que sufren"
"Que con su mansedumbre este poder divino extirpe la dureza del corazón de los que están sumidos en lo mundano o la indiferencia", añadió.
"Que su fuerza redentora transforme las armas en arados, el odio en amor y ternura. Así podremos decir con júbilo que nuestros ojos han visto a Su Salvador", culminó el Papa.
Palabras del Papa Francisco
Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz Navidad!
Jesús, el Hijo de Dios, el Salvador del mundo, nos ha nacido. Ha nacido en Belén de una virgen, cumpliendo las antiguas profecías. La virgen se llama María, y su esposo José.

Son personas humildes, llenas de esperanza en la bondad de Dios, que acogen a Jesús y lo reconocen. Así, el Espíritu Santo iluminó a los pastores de Belén, que fueron corriendo a la cueva y adoraron al niño. Y luego el Espíritu guió a los ancianos Simeón y Ana en el templo de Jerusalén, y reconocieron en Jesús al Mesías. «Mis ojos han visto a tu Salvador - exclama Simeón -, a quien has presentado ante todos los pueblos» (Lc 2,30).

Sí, hermanos, Jesús es la salvación para todas las personas y todos los pueblos.

Para él, el Salvador del mundo, le pido que guarde a nuestros hermanos y hermanas de Irak y de Siria, que padecen desde hace demasiado tiempo los efectos del conflicto que aún perdura y, junto con los pertenecientes a otros grupos étnicos y religiosos, sufren una persecución brutal. Que la Navidad les traiga esperanza, así como a tantos desplazados, profugos y refugiados, niños, adultos y ancianos, de aquella región y de todo el mundo; que la indiferencia se transforme en cercanía y el rechazo en acogida, para que los que ahora están sumidos en la prueba reciban la ayuda humanitaria necesaria para sobrevivir a los rigores del invierno, puedan regresar a sus países y vivir con dignidad. Que el Señor abra los corazones a la confianza y otorgue la paz a todo el Medio Oriente, a partir la tierra bendecida por su nacimiento, sosteniendo los esfuerzos de los que se comprometen activamente en el diálogo entre israelíes y palestinos.

Que Jesús, Salvador del mundo, custodie a cuantos están sufriendo en Ucrania y conceda a esa amada tierra superar las tensiones, vencer el odio y la violencia y emprender un nuevo camino de fraternidad y reconciliación.

Que Cristo Salvador conceda paz a Nigeria, donde se derrama más sangre y demasiadas personas son apartadas injustamente de sus seres queridos y retenidas como rehenes o masacradas. También invoco la paz para otras partes del continente africano. Pienso, en particular, en Libia, el Sudán del Sur, la República Centroafricana y varias regiones de la República Democrática del Congo; y pido a todos los que tienen responsabilidades políticas a que se comprometan, mediante el diálogo, a superar contrastes y construir una convivencia fraterna duradera.

Que Jesús salve a tantos niños víctimas de la violencia, objeto de tráfico ilícito y trata de personas, o forzados a convertirse en soldados. Que consuele a las familias de los niños muertos en Pakistán la semana pasada. Que sea cercano a los que sufren por enfermedad, en particular a las víctimas de la epidemia de ébola, especialmente en Liberia, Sierra Leona y Guinea. Agradezco de corazón a los que se están esforzando con valentía para ayudar a los enfermos y sus familias, y renuevo un llamamiento ardiente a que se garantice la atención y el tratamiento necesario.

Hay verdaderamente muchas lágrimas en esta Navidad junto con las lágrimas del Niño Jesús.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo ilumine hoy nuestros corazones, para que podamos reconocer en el Niño Jesús, nacido en Belén de la Virgen María, la salvación que Dios nos da a cada uno de nosotros, a todos los hombres y todos los pueblos de la tierra. Que el poder de Cristo, que es liberación y servicio, se haga oír en tantos corazones que sufren la guerra, la persecución, la esclavitud. Que este poder divino, con su mansedumbre, extirpe la dureza de corazón de muchos hombres y mujeres sumidos en lo mundano y la indiferencia. Que su fuerza redentora transforme las armas en arados, la destrucción en creatividad, el odio en amor y ternura. Así podremos decir con júbilo: «Nuestros ojos han visto a tu Salvador».
Feliz Navidad a todos.

RD

Christmas Message and Urbi et Orbi blessing - 2014.12.25


































La República

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