Yo tenía una perla preciosa
y Dios me dijo
"Arrójala al abismo de mi corazón"
Lo hice
y me sentí miserable;
pues no conocía
la profundidad del abismo de su corazón.
Tenía la impresión de que todo
lo había lanzado a las tinieblas
¡Oh noche amable más que la alborada!
Señor, enséñame a encontrarte
en todo lo que me cruzo en mi peregrinación hacia ti,
para que mi deseo de ti
se haga cada vez más fuerte, más completo
y más radicalmente fiel,
y que así mi amor hacia todo y hacia todos,
no deje de crecer siempre más y más,
hacia su pleno esplendor
Egide Van Broeckhoven SJ
1933 - 1967
Cura obrero fallecido en accidente laboral
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