domingo, 20 de julio de 2014

Aporte Ecológico a la Homilía del domingo por Alejandro Londoño Posada S.J.



Al terminar las reflexiones de la primera lectura del libro de la Sabiduría se afirma: “Obrando así, enseñaste a tu pueblo que el justo debe ser humano con los otros y colmaste a tus hijos de esperanza, pues cuando han pecado les das oportunidad de arrepentirse” (Sab.12 19). Podríamos buscar ejemplos de justicia en el aspecto ecológico, pero por desgracias es casi más fácil hallarlos en el campo negativo.

Escribiendo sobre la tenencia de la tierra y la seguridad alimentaria, Alejandro Reyes Posada describe primero los robos a los nativos, propietarios originales de las tierras nuestras. Después pasa a señalar cómo a pesar de todo el campesino colombiano aporta el 70% de la canasta alimenticia nacional, que se abastece en el 88% con producción interna y sólo importa el 12 % de la dieta. 

Sin embargo, añade “los pequeños campesinos subsidian a los pobladores urbano – al recibir salarios reducidos representados en los bajos precios de venta de sus productos -, a costa de mantener el 46% de su población debajo la línea de pobreza, de manera que los pobres del campo subsidian a los pobres urbanos” (Semana sostenible, julio 2014, pag. 18-20).

Se necesitaría todo un cambio social para poder decir que salimos de este pecado y aprovechado la oportunidad que Dios nos da de arrepentimiento, cono nos insiste el Sabio..

Y si pasamos al Evangelio nos encontramos con tres parábolas que apuntan a enseñarnos qué y cómo es el Reino de los Cielos. Las parábolas judías buscaban sólo afirmar y comparar la Ley: La Ley es como…. Las de Jesús: El Reino de los cielos es como… Y sabemos por muchos hechos de la vida de Jesús la diferencia entre el reinado de la Ley y el Reinado de Dios. 

El Reino de los Cielos empieza acá cuando se siembra buena semilla, cuando se la cultiva con todo cuidado, cuando se la defiende de los enemigos. Y estos por desgracia son muchos, más si tenemos en cuenta que son todos “los que incitan al mal y todos los malvados” como dice la tercera parábola. .

Qué buenos que nosotros fuéramos más suspicaces hoy y descubriéramos cómo apoyados por los alcaldes, los jueces, los paramilitares, tantos propietarios de tierra nos están engañando a todos y se están apropiando la tierra de los campesinos pobres y de los indígenas. 

La frase más pintoresca para describir y juzgar los paros agrarios del año pasado fue “Ruanas sí, capuchas no”, que apareció en la carátulas de una revista. Por desgracia, nos quedamos mirando más las capuchas y las manos de los que tiraban piedras y no las manos que se apoderaban de las tierras 
campesinas.

Y menos aún nos quedamos mirando las manos de los enruanados que con sus manos cultivaban la 
tierra y daban los alimentos a tan bajos precios, al menos a los intermediarios, si no a nosotros... 

Jesuitas de Colombia

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