sábado, 4 de octubre de 2014

SÍNODO: La magnífica carta del obispo J. Bonny (Amberes) por Jorge Costadoat S.J.


A comienzos de este mes hemos conocido una magnífica carta pastoral del obispo J. Bonny de Amberes. Otro gran aporte de la iglesia belga al Sínodo sobre la familia que tendrá lugar prontamente en Roma. Debe recordarse la respuesta de los belgas a las preguntas que el Papa dirigió a todos los católicos sobre temas relativos a la familia y la sexualidad, y el de algunos teólogos como Philippe Bacq y otros. Hoy disponemos de una traducción de la carta del obispo Bonny (www.sinodofamilia2015.wordpress.com).
Bonny comparte la misma expectativa de cambios de muchos europeos y, sin duda, de muchos latinos y norteamericanos. Lo hace con un lenguaje suave y a la vez claro. Habla con un tono dialogante. Pero el contenido de sus palabras puede remecer a más de uno. Su planteamiento quiere ser una contribución al Sínodo, sin cerrar anticipadamente el debate.
Los grandes temas en cuestión ya los conocemos: exclusión de la comunión de los divorciados vueltos a casar y control de natalidad; a los que hay que sumar una infinidad de situaciones que, dada la actual doctrina sobre la materia, suele considerárselas irregulares.
Bonny ubica estos temas en el plano de la mejor tradición de la Iglesia. Recuerda la debida relación entre el Papado y la colegialidad, esa relación que hizo que el Vaticano II avanzara por consensos. La Iglesia tiene una historia milenaria, ha visto muchas situaciones, cuenta con un acervo de doctrina impresionante y, sin embargo, desde Humanae vitae y Familiaris consortio experimenta un estrechamiento doctrinal que pone a los fieles al borde de lo tolerable. El obispo quiere que la Iglesia sea “casa y escuela de comunión”, en un contexto en que muchos consideran que la Iglesia es inhabitable y en que la exclusión por razones de doctrina no da para más. Con un nivel teológico notable, repasa las últimas décadas, lamenta las censuras contra los teólogos morales y llama a compenetrar doctrina y pastoral tal como siempre ha debido hacerlo la Iglesia.
Bonny quiere una Iglesia acompañante. Apela a una concepción de la moral sexual católica que integre el factor de la historicidad del ser humano y recuerda que la tradición católica siempre ha debido respetar la conciencia de las personas. En su argumentación recurre a casos dramáticos. Cita ejemplos conmovedores de personas que desean vivir de buena fe su cristianismo en situaciones de vida altamente complejas. El obispo pide -podríamos decir como mínimo- que se reconozca que en situaciones aparentemente irregulares, es la gracia de Dios la que saca adelante a algunas personas.
El desafío mayor es la evangelización. Esta está en peligro y no podrá continuar si el Sínodo se empantana de discusiones platónicas. No es necesario apurarse. Según Bonny, el problema es demasiado profundo como para sacar soluciones a la ligera. Pero si no se responde a las expectativas más serias del Pueblo de Dios –atravesado por una abismo entre lo que la jerarquía enseña y lo que los católicos piensan-, la frustración será muy grande. Y la trasmisión de la fe a la siguiente generación, imposible.
Jorge Costadoat S.J.
Cristianismo en construcción
RD

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