domingo, 11 de noviembre de 2012

Comentario a la 1a. y 2a. lectura por José Enrique Galarreta S.J.




1 REYES 17, 8-16
Le fue dirigida la palabra de Yahveh a Elías diciendo: « Levántate y vete a Sarepta de Sidón y quédate allí, pues he ordenado a una mujer viuda de allí que te dé de comer.» Se levantó y se fue a Sarepta. Cuando entraba por la puerta de la ciudad había allí una mujer viuda que recogía leña. La llamó Elías y dijo: «Tráeme, por favor, un poco de agua para mí en tu jarro para que pueda beber.» Cuando ella iba a traérsela, le gritó: «Tráeme, por favor, un bocado de pan en tu mano.» Ella dijo: «Vive Yahveh tu Dios, no tengo nada de pan cocido: sólo tengo un puñado de harina en la tinaja y un poco de aceite en la orza. Estoy recogiendo dos palos, entraré y lo prepararé para mí y para mi hijo, lo comeremos y moriremos.» Pero Elías le dijo: "No temas. Entra y haz como has dicho, pero primero haz una torta pequeña para mí y tráemela, y luego la harás para ti y para tu hijo. Porque así habla Yahveh, Dios de Israel: No se acabará la harina en la tinaja, no se agotará el aceite en la orza hasta el día en que Yahveh conceda la lluvia sobre la haz de la tierra". Ella se fue e hizo según la palabra de Elías, y comieron ella, él y su hijo. No se acabó la harina en la tinaja ni se agotó el aceite en la orza, según la palabra que Yahveh había dicho por boca de Elías.
El Profeta Elías es uno de los personajes más famosos del Antiguo Testamento. Vive hacia el año 850 a.C., en el reino del norte, en un tiempo en que la política de "la casa de Omrí", concretamente del rey Ajab y su mujer Jezabel favorece el culto de Baal y persigue expresamente a los adoradores de Yahvé.
Se trata de la apostasía total del pueblo de Israel. Elías es un campeón de la fe...


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