martes, 11 de noviembre de 2008

Testimonio de un jesuita español desde Goma (Congo)


El sábado 1 de noviembre, el equipo del Servicio Jesuita a Refugiados (SJR)-Goma, pudo regresar desde la localidad ruandesa de Gisenyi a Goma, por haber mejorado algo la seguridad en esta ciudad, tomada hoy por las fuerzas de seguridad de la ONU (la MONUC). Desde allí nos escribía este sábado (8 de noviembre) el jesuita español Juanjo Aguado describiendo la trágica semana pasada y cómo están empezando a organizar la ayuda de emergencia para que llegue a la población desplazada.


“Buenas noches desde Goma (…), la semana pasada ha sido muy intensa, y por desgracia, muy triste. Como muchos de vosotros habréis podido seguir en las letras pequeñas de ‘internacional’ de los periódicos, el martes volvieron los combates en Rutshuru y sobretodo, en Kiwanja (a 5 km al norte de Rutshuru). Cuando los grupos de maï-maï (guerrilleros locales organizados como brigadas paramilitares de autodefensa) se retiraron, uno de los grupos armados que controlan la zona ‘invitó’ a toda la población a salir de la ciudad y comenzaron una estrategia de limpieza.
Bajo pretexto de no poder distinguir quienes eran maï-maï escondidos de los civiles jóvenes del pueblo, mataron a muchas personas inocentes. El número todavía no se sabe a ciencia cierta y habrá que esperar los resultados de la investigación de las fuerzas de la ONU y de otros organismos que se ocupan de los derechos humanos. En cualquier caso, una víctima inocente es siempre demasiado. Un buen colaborador de nuestro proyecto me dice que el conoce al menos dos víctimas: un joven de 23 años que se ganaba la vida vendiendo al por menor carburante para motos en la carretera, y un padre de familia que después de dos días encerrado con los suyos en casa, salió a buscar leña para hacer algo de comer y al regresar le dispararon...”
En esta foto de la izquierda se puede ver a las familias que huyeron de Kiwanja y que el jueves por la mañana estaban en los alrededores de la parroquia de Rutshuru, el lugar habitual de trabajo de este jesuita. Más de 1.500 personas pasaron esa noche del 5 al 6 de noviembre, dentro de ella y otras muchas más en los alrededores. Todavía hoy quedan unas 400 personas que no se han decidido a volver.
“Esa mañana, mientras todos se preguntaban por sus vecinos y familiares que no habían podido salir a tiempo de Kiwanja, muchos se enteraron de que una mujer había dado a luz allí a un niño. Las condiciones no fueron ni mucho menos las mejores, pero ambos están bien. Es un signo increíble de esperanza (…) Estas personas están pasando muchas dificultades para encontrar comida. Las carreteras de acceso a Rutshuru y Kiwanja están cortadas al tráfico (salvo escasísimas excepciones de periodistas o Médicos Sin Fronteras). Afortunadamente, ayer recuperaron el suministro de agua y de luz que se cortó con el comienzo de los combates. Para socorrer un poco esta situación, en JRS-Goma hemos comenzado un pequeño proyecto de ‘ayuda de emergencia’. Se trata de conseguir sacos de harina, de judías, de patatas, de maíz, mandioca y similares, y distribuirlo entre quienes perdieron todo en su casa en estos días, y quienes los acogen...”
En Ruthsuru, en septiembre y octubre había cerca de 1000 desplazados en apróximadamente 200 "sheetings" o "chamizos" de caña, palmas de bananos y plásticos. Juanjo Aguado explica cómo “ahora, todos estos ‘refugios’ han sido desmantelados. Unas 30.000 personas han perdido así de la noche a la mañana los 5 metros cuadrados donde se protegían de la lluvia y la noche. A los ocupantes se les ha invitado a regresar a sus pueblos, sin darse cuenta que muchos de ellos no tienen ya casa allí (quedó destruida) o su pueblo sigue siendo zona de combates. Estas personas tuvieron que volverse a ‘desplazar’ a otros lugares más lejanos y muchos sobreviven todavía como pueden en la selva-sabana. Por supuesto, nada de ir al colegio en las próximas semanas... ¡qué amargas vacaciones!”
A pesar de las dificultades, este equipo del SJR no renuncia a volver a su labor educativa cuando la situación mejore: “No sé cuándo podremos volver allí, ni cuando podrán recomenzar las clases, ni cuántos niños faltarán (porque tuvieron que re-desplazarse), ni cuantos profes, ni cuanta madera o zinc quedará en pie. Pero lo que sí hemos decidido en SJR Goma es que en cuanto se pueda volveremos a construir, y a apoyar a los profesores con formación y algún apoyo de comida. ¡Sobran signos de abandono y desencanto como para añadir nosotros uno! ¡y hacen falta signos de esperanza y puertas para un futuro en paz!”.

RD

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