martes, 31 de diciembre de 2019

Pregúntale a tu cuerpo cómo fue el año por Emmanuel Sicre sj



Las conversaciones de este tiempo muchas veces nos traen la pregunta: ¿y qué tal tu año? Y sí, siempre que llega el cierre del año tendemos interiormente a hacer balances. En principio, podríamos decir que es natural porque los ciclos, al terminar, nos dicen cosas importantes. Pero también es cierto que, mientras más conscientes nos hagamos de lo que vivimos, más podremos percibir por dónde ha ido nuestro crecimiento y, sobre todo, qué es lo que más tenemos que agradecerle a la vida.

Intuyo que nuestro cuerpo puede ser un símbolo oportuno para hacernos algunas preguntas que ayuden a recoger los frutos de lo vivido.

Te invito a tomarte unos minutos en un lugar silencioso, respirar profundo, sentirte cerca de tu interioridad y repasar tu cuerpo de abajo hacia arriba acompasando estas preguntas…
Mira tus pies: ¿qué caminos he recorrido? ¿Por dónde anduvieron? ¿Qué les ha tocado transitar? ¿A quién siguieron mis pasos? ¿Qué otros pies han caminado con ellos y me gustaría agradecerles su compañía?
Toca tus rodillas: ¿ante qué misterio se han hincado? ¿qué situaciones de este año me han hecho rezar, pedir a Dios, acercarme más a mi pequeñez? ¿Cuáles han sido mis ruegos? ¿Qué personas de mi vida agradezco?
Percibe tu genitalidad: ¿qué se ha hecho fecundo este año? ¿Dónde he percibido más vida? ¿Con qué me he apasionado?
Siente tu columna vertebral: ¿qué me ha sostenido en pie este año?
Pon tu mano en tu estómago: ¿qué me ha nutrido? ¿Qué he tenido que digerir?
Toca el movimiento de tu corazón: ¿por quiénes ha latido incansable? ¿A quiénes amó o por quiénes se dejó amar?
Reconoce tus manos: ¿qué dieron y qué recibieron este año? ¿Cuándo fueron mano tendida o puño cerrado? ¿Cómo trabajaron?
Piensa en tus sentidos: ¿qué descubrieron mis ojos? ¿Qué palabras oportunas escuché? ¿Qué ha sido lo más gustoso de este año? ¿Qué ha perfumando mi vida? ¿Cuál ha sido la textura de mi año?
Toca tu cabeza y piensa: !¿No es maravilloso tener vida?!

Por último, utiliza tu voz para dar gracias a la Vida, a ti, a Dios y a quienes sientas que han sido parte fundamental de este año.

Emmanuel Sicre sj
pastoralsj

domingo, 22 de diciembre de 2019

JÓVENES CHILE: ASAMBLEAS AUTOCONVOCADAS EN ENERO Y FEBRERO 2020


Ya están abiertas las inscripciones.

Zona Norte: Comunidades de Santiago, Valparaíso, La Serena y Antofagasta.
Zona Sur: Comunidades de Concepción, Valdivia y Puerto Montt.

CONCEPCIÓN: JÓVENES: CONSEJO DE SERVICIO 2020


Ayer se realizó la Asamblea para la elección del nuevo Consejo de Servicio 2020

miércoles, 11 de diciembre de 2019

Maranatha: ven, Señor, a nuestra Iglesia, que falta nos haces por Jesús Barroso



Ven, Señor, a nuestra santa madre Iglesia, porque en ocasiones en lugar de amar a todos los que nos rodean, dejamos que el odio o simplemente la indiferencia, se apodere de nosotros. Quizá para que vengas tengamos que recordar que nos has dado «un mandamiento nuevo: amaos los unos a los otros como yo os he amado. Por el amor que os tengáis los unos a los otros, reconocerán que sois discípulos míos» (Jn 13, 34-35).
Ven, Señor, a nuestra santa madre Iglesia, porque en ocasiones en lugar de mirar a las personas con esperanza y bondad, decidimos juzgarlas y criticarlas injustamente. Quizá para que vengas tengamos que recordar que estamos invitados a «ser compasivos como nuestro Padre es compasivo. No juzguéis y no seréis juzgados; no condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados» (Lc 6, 36-38).
Ven, Señor, a nuestra santa madre Iglesia, porque en ocasiones en lugar de preocuparnos de los pobres y de los que sufren en el mundo, vivimos preocupados de nosotros mismos y nos olvidamos que ellos nos necesitan. Quizá para que vengas tengamos que recordar las palabras de Jesús que nos recuerdan que «tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me alojasteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme. Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis» (Mt 25, 31-40).
Ven, Señor, a nuestra santa madre Iglesia, porque en ocasiones en lugar de vivir nuestra vida desde la alegría y el agradecimiento, nos dejamos dominar por la angustia y la tristeza. Quizá para que vengas tengamos que recordar que como cristianos estamos invitados a «estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres. Que todo el mundo os conozca por vuestra bondad» (Flp 4, 4-5).
Ven, Señor, a nuestra santa madre Iglesia, porque en ocasiones en lugar de anunciar la buena noticia del evangelio, vivimos una fe 'triste' que no consigue hablar bien de Dios y no es capaz de transmitir la esperanza que Jesucristo trae al mundo. Quizá para que vengas tengamos que recordar las palabras de Jesús en las que nos recuerda que «he venido a dar vida a los hombres, vida en abundancia» (Jn 10, 10), invitándonos así a todos a «ir por todo el mundo proclamando la buena noticia del evangelio» (Mc 16, 18).
Ven, Señor, a nuestra santa madre Iglesia, porque en ocasiones en lugar de confiar en Dios, nos fiamos solo de nuestras fuerzas, poniendo nuestra confianza sólo en nosotros. Quizá para que vengas tengamos que recordar las palabras de Jesús que nos aseguran que «si tuvierais una fe del tamaño de un grano de mostaza, diríais a este monte: muévete, y se movería; nada os sería imposible» (Mt 17,20).
Ven, Señor, a nuestra santa madre Iglesia, porque en ocasiones en lugar trabajar por mejorar el mundo, lo hacemos solo por mejorar nuestra vida. Quizá para que vengas tengamos que recordar el ejemplo que nos diste en la última cena «¿comprendéis lo que acabo de hacer? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón, porque efectivamente lo soy. Pues bien, si yo, que soy el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, vosotros debéis hacer lo mismo unos con otros. Os he dado ejemplo, para que hagáis vosotros lo mismo» (Jn 13, 12-15).
Ven, Señor, a nuestra santa madre Iglesia y a cada una de nuestras vidas porque te necesitamos para poder «amarte con todo nuestro corazón, toda nuestra mente y todas nuestras fuerzas» (Mc 12, 30) y así poder «amarnos los unos a los otros como tú nos has amado» (Jn 13, 34-35).
Jesús Navarro

lunes, 9 de diciembre de 2019

Maranatha: ven, Señor Jesús, y recuérdanos lo importante por Ana Rueda Legorburo



¡Cómo es a veces la vida! Qué deprisa va… lo urgente se acaba convirtiendo en lo importante y olvidamos muchas cosas por el camino. Las vidas medidas en likes, cronometradas por lo que tardan en contestarnos al WhatsApp y contadas a través de stories de quince segundos de duración por Instagram se quedan, siempre, cortas.
En medio de este caos, uno puede llegar a intuir que hay algo más, que la vida no puede ser solo ir corriendo de un lado para otro, vivir por y para ser el mejor profesional, mantenerse activo y tener una amplia vida social. Sin embargo, parece que cuanto más consigue uno acercarse a la respuesta (normalmente, cuando nos tomamos un minuto para estar en silencio y despojarnos en la intimidad de tantos roles que hemos adoptado), algo pasa que hace que ésta se desvanezca y nos centremos en el siguiente bullet de nuestra lista de tareas pendientes.
Por eso, Señor, ven y recuérdanos lo importante. Recuérdanos, Señor, que hay más.
Recuérdanos, Señor, que el silencio es, siempre, soledad habitada y que es muy necesario para identificar por qué se hacen las cosas.
Recuérdanos que la vida es siempre buena noticia, tu Buena Noticia… y que después de la caída viene el proceso de rehacerse, al igual que después de la cruz vino la resurrección.
Ven, Señor, y recuérdanos que fuiste Tú el que sufrió primero para mostrarnos lo que viene después. Que la cruz no es un instrumento de tortura, sino que permite mirar al mundo con los brazos siempre abiertos, incluso desde el dolor más extremo.
Recuérdanos que las historias de la Biblia están vivas, pues son también las nuestras. Ayúdanos a contarlas de otra manera. Haznos recordar que todos tenemos las dudas de Tomás y el miedo del joven rico y que eso, a veces, nos hace ser un poco como Pedro y negarte la entrada a nuestras vidas… incluso más de tres veces. Parece que en ocasiones nos hace falta caernos del caballo (o que nos den un cañonazo en la pierna) para darnos cuenta de lo muy perdidos que estábamos. Y es que, en verdad, no hay más que hacer el gesto más sencillo para reconocerte de nuevo: partirse y repartirse a otros, como hiciste Tú con el pan y el vino que diste a los discípulos de Emaús.
Recuérdanos que nacimos para volar y no sólo para andar por este mundo, que cuando sólo vemos nuestro propio dolor y nuestros propios objetivos a Ti te perdemos de vista… pero que podemos volver a encontrarte en el rostro del que tenemos al lado.
Recuérdanos, finalmente, que Tú haces todas las cosas nuevas, que, precisamente por eso, todo lo que Tú haces, bien hecho está y que la única manera en la que merece la pena vivir es dándolo todo, hasta el extremo, porque Tú, Señor, eres el que pilota.
Ana Rueda Legorburo
pastoralsj

lunes, 2 de diciembre de 2019

SANTIAGO: SECUNDARIOS: CONSEJO: ARTE









SANTIAGO: JÓVENES: ASAMBLEA DE DISCERNIMIENTO


El próximo domingo 15 se realizará la Asamblea de Discernimiento para elegir al Consejo de Servicio 2020.

Las postulaciones se reciben hasta hoy lunes.

Adviento, déjate sorprender



Otra vez llega el Adviento, y con él la invitación para seguir dejando espacio a Dios en nuestras vidas. Una oportunidad para escuchar de nuevo su promesa. Promesa de nueva vida, de un nuevo aliento. Uno  puede acoger este tiempo desde la rutina (un año más, ahora toca repetir las palabras, el 'Ven, Señor', la espera...); o hacerlo abriéndose a la sorpresa. ¿Qué nos traerá como llamada, como posibilidad, como grito para despertarnos? ¡Ábrete a lo nuevo!

Abierto a la sorpresa.

“Como dice la Escritura, anunciamos: lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios prepara para los que le aman” (1Cor 2, 9) 
Me hablas de novedad, casi siempre me ilusiona, pero a veces choca con mi necesidad de tener cierta seguridad, me descubro esperando de ti lo previsible, como queriéndote marcar el camino que ha de seguir tu novedad en mi, en los demás…. 

No me dejes Señor hacerte totalmente previsible, porque mis búsquedas siguen necesitando de tu novedad que inspire respuestas sorprendentes; mis inquietudes siguen necesitando de tu presencia nueva y sorprendente que me consuela y ayuda. 

Sorpréndeme Señor con tu promesa de una vida más auténtica, sorpréndeme haciéndome capaz para la entrega generosa, capaz para el perdón, capaz para la convivencia, capaz para el compromiso, capaz para acercarme a quienes necesitan de mi, capaz… 

HOY COMIENZA UNA NUEVA ERA 

Hoy comienza una nueva era,
las lanzas se convierten en podaderas.
De las armas salen arados
y los oprimidos son liberados. 

En tu presencia, abro mi vida a la sorpresa… 

Toma mis manos, hazlas acogedoras 
Toma mi corazón, hazlo ardiente. 
Toma mis pies, hazlos incansables. 
Toma mis ojos, hazlos transparentes. 
Toma mis horas grises, hazlas novedad. 
Hazte compañero inseparable de mis caídas y tribulaciones 
Y enséñame a gozar en el camino 
de las pequeñas cosas que me regalas, 
sabiendo siempre ir más allá 
sin quedarme en las cunetas de los caminos.  
Toma mis cansancios, hazlos tuyos.
Toma mis veredas, hazlas tu camino.
Toma mis mentiras, hazlas verdad.
Toma mis muertes, hazlas vida.
Toma mi pobreza, hazla tu riqueza.
Toma mi obediencia, hazla tu gozo.
Toma mi nada, haz lo que quieras.
Toma mi familia, hazla tuya.
Toma mis pecados.
Toma mis faltas de amor, 
mis eternas omisiones, 
mis permanentes desilusiones, 
mis horas de amargura

pastoralsj