viernes, 28 de noviembre de 2008

CPAL: COMPROMISO POR LA EDUCACIÓN

Rio de Janeiro, 28 de noviembre de 2008.

COMPROMISO POR LA EDUCACIÓN


Diciembre, mes navideño, nos trae la permanente buena noticia de que Dios se nos ofrece como don a una humanidad necesitada de gratuidad. El envoltorio de ese regalo es un bebé que, como todo recién nacido, depende totalmente de otros para emprender su camino en la vida. En este caso, además, se trata de un pequeño, nacido en un pesebre, entre animales, en la periferia, porque no había lugar para ellos en la ciudad. Como ayer, Jesús sigue naciendo “allí donde termina el asfalto”, para utilizar una frase emblemática del movimiento de educación popular y promoción social “Fe y Alegría”.


Pues bien, la Federación Internacional de ese movimiento acaba de realizar en Lima su 39º Congreso Internacional bajo el lema “Aprendemos de nuestra gestión” y su 23ª Asamblea General que, entre otros resultados, acordó aceptar la petición de Uruguay para ser admitido como miembro. De ese modo, se suma a los 18 ya asociados entre los que se encuentran las oficinas nacionales de Haití y del Tchad, hasta ahora los hijos menores del movimiento.


En estos últimos eventos, Fe y Alegría dio nuevo impulso a la campaña “Compromiso por la Educación” a la que está convocando a todos los sectores sociales, agencias internacionales y oficinas gubernamentales interesados en “sumar voces” y multiplicar esfuerzos en la tarea de ofrecer una educación inclusiva y de calidad a todos nuestros niños y jóvenes.


Ésta se lanzó en Santo Domingo, República Dominicana, en marzo de este año y se espera que pueda extenderse por todo el continente en los próximos dos o tres años. En algunos países, el lanzamiento oficial ha venido acompañado de una amplia cobertura informativa orientada a crear conciencia de la situación en que se encuentra la educación en América Latina y la importancia de generar pactos sociales o acuerdos nacionales en vista a una educación propia del siglo que estamos iniciando.


La campaña se fundamenta en cifras y datos que pueden conseguirse en la página web de la institución (www.feyalegria.org) o en las publicaciones disponibles en sus oficinas nacionales. Bastaría reseñar que en América Latina sólo el 76% de la población en edad escolar está matriculada en algún sistema educativo. Es decir, 35 millones de nuestros niños y jóvenes se encuentran sin escolarización (un millón sólo en Haití). Esto ocurre luego de que los gobiernos latinoamericanos han hecho un reconocido esfuerzo por ampliar la cobertura educativa en los dos últimos decenios.


Se puede añadir que el 24% de la población de más de 15 años no ha concluido la primaria, que la educación preescolar sigue siendo un privilegio de no más del 50% de la población en edad de cursarla, que sólo la mitad de la población entre 20 y 24 años completa la secundaria alta, que la tasa de matrícula a la educación superior llega sólo al 30% (70% en Europa y USA), que hay elevadas tasas de repitencia y deserción, particularmente en algunos países. Estas situaciones muestran que el fracaso escolar no es un tema del estudiante sino de un sistema educativo incapaz de ofrecer el apoyo que merecen nuestros jóvenes. Por ello, las encuestas de percepción cualitativa muestran un 50% de insatisfacción con respecto a la educación en la región (en Brasil y en Perú, superando el 70% de rechazo).


La “geografía educativa” difiere mucho entre países, sectores sociales y procedencias culturales reproduciendo la desigualdad social que caracteriza a la región. Así, el perfil del que más padece la inequidad educativa incluye los siguientes rasgos: habita en el campo, es indígena, mayormente mujer, sufre de algún tipo de discapacidad o forma parte de grupos desplazados, en refugio o migrantes. Para la campaña, éstos deben ser los destinatarios prioritarios de políticas inclusivas y equitativas. De otro modo, un amplio sector de población latinoamericana y caribeña no llegará nunca ni siquiera a “lograr la enseñanza primaria universal” (segundo objetivo del milenio establecido por la ONU).


La propuesta de la campaña no es otra que la de los Foros Mundiales de Jomtien 1990 y Dakar 2000: una “educación para todos” requiere de un gran acuerdo social por la educación que apele a “la concertación entre organizaciones gubernamentales y no gubernamentales, el sector privado, las comunidades locales, los grupos religiosos y las familias” (Jomtien, 1990). Para Fe y Alegría “sólo mediante amplios pactos sociales se pueden establecer políticas educativas de Estado de ‘largo aliento, con permanencia y continuidad más allá de cada gobierno y de las prioridades particulares de cada sector”.


Para que el pacto tenga contenido concreto y favorezca consensos para la acción, la campaña debe centrarse, según Fe y Alegría, en seis puntos:

1. Acceso, procesos y resultados en condiciones de equidad;
2. Calidad educativa integral e incluyente;
3. Continuo educativo a lo largo y ancho de la vida;
4. Fortalecimiento de la carrera docente;
5. Financiamiento público suficiente;
6. Gestión educativa al servicio de la calidad y la equidad.


En cada uno de estos apartados se presenta el punto de partida (un breve diagnóstico de la situación), el desafío a afrontar y propuestas muy concretas de políticas públicas que permiten responder a dichos retos. Para Fe y Alegría, la acción pública no se reduce al Estado, reconociendo sin embargo el rol primordial que le corresponde en ella. La incidencia en políticas públicas por una educación equitativa, inclusiva y de calidad es una responsabilidad colectiva. De allí el lema: “sumemos voces”.


¿Con qué autoridad puede convocar Fe y Alegría a esta gran cruzada por la educación? Responden las cifras y los resultados: 1.374.784 alumnos (531.948 en educación formal), ubicados en 1.832 puntos geográficos y 2.692 unidades de servicio, cuenta con 39.253 educadores, directivos y auxiliares, de los que 68 son jesuitas y otros 743 son religiosos de diversas congregaciones. No sólo se trata de números. Fe y Alegría tiene la autoridad de ser una institución eclesial, de gestión social, que lleva más de medio siglo en la educación pública y por ello la conoce bien, en sus logros y en sus deficiencias. Esa gestión ha sido reconocida a lo largo de estos años por gobiernos de diferente ideología a través de normativas legislativas que respaldan su acción educativa.


Durante el último Congreso en Lima, a propósito de la gestión, uno de los participantes resumió en una frase feliz el resultado del evento. Lo expresó así: “no se trata sólo de hacer el bien sino de hacerlo bien”. Esta frase supera el ámbito de un congreso y define, más bien, el conjunto de la acción educativa de Fe y Alegría.


La campaña ya está llamando a otros. En primer lugar, a las redes educativas de la Compañía de Jesús (la Federación de Colegios y la Asociación de Universidades), otros sectores apostólicos, las congregaciones religiosas que apoyan al movimiento, organizaciones gubernamentales y no gubernamentales. El Banco Mundial tendrá el año próximo un evento internacional sobre la realidad educativa de la región que debe reunir a los ministros de Educación del continente con representantes de Fe y Alegría. A esta campaña estamos todos convocados. Sumemos voces, que la educación es tarea de todos.


Ernesto Cavassa, S.J.

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