jueves, 21 de febrero de 2008

Congregación General 35: Blogs

Noé

Jose Ignacio García, SJ



En muchas de las iglesias que he visitado estos días una de las series más frecuentes de imágenes es la formada por Adán, Noé y Jesucristo. Tres referencias en la Escritura sobre la centralidad de lo humano en la creación y en el plan de salvación de Dios. Sin duda, la centralidad del hombre en la mentalidad renacentista está detrás de la preferencia de estos tres personajes: Adán es la primera oportunidad, Noé la segunda ocasión para que Dios pueda mostrar su opción por los humanos y, Jesucristo es la opción definitiva.



La historia de Noé, tan antigua sin embargo, tiene importantes ecos para nuestro tiempo. Subió el nivel de las aguas mucho, muchísimo sobre la tierra, y quedaron cubiertos los montes más altos que hay debajo del cielo. Quince codos por encima subió el nivel de las aguas quedando cubiertos los montes. Pereció toda carne: lo que repta por la tierra, junto con aves, ganados, animales y todo lo que pulula sobre la tierra, y toda la humanidad. Todo cuanto respira hálito vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió (Gen 7, 20-22).
Ya sabemos que no son amenazas de unos fanáticos. Hoy sabemos que nuestro modo de vivir (y sobre todo nuestro modo de producir) sí está afectando a este planeta tierra que no es nuestro, sino que lo hemos recibido y del que somos ahora responsables, también para las generaciones futuras. También sabemos que, como en tiempos de Noé, Dios tiene que mirar con disgusto este mundo pues el medioambiente es reflejo de la acción injusta de los humanos: explotamos recursos de los pobres para sumergirles, todavía más, debajo de las aguas de la pobreza.
Noé se empleó a fondo: construyó una enorme barca y en ella refugió a los seres vivos. Un esfuerzo ingenuo a vista de los siempre eficaces, pero un esfuerzo definitivo para los creyentes. Noé unió su suerte a la de los animales, como le había indicado el Señor, y una paloma le avisó de que el diluvio había terminado y comenzaba una nueva oportunidad para toda la humanidad. ¿Seremos capaces de unir nuestra misión al destino del mundo creado y a los que más sufren? ¿Cómo anunciar la Buena Nueva de Jesús en medio de este diluvio?
Fuente: sjweb35

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