martes, 14 de julio de 2009

San Pablo publicará «Estamos todos en la misma barca», el último libro del cardenal Martini


SP). En una larga entrevista concedida con motivo de la reciente publicación de su último libro a Eugenio Scalfari, del diario italiano La Repubblica, entrevista que reprodujo el domingo 12 el diario El País, el cardenal Carlo Maria Martini, afirma, entre otras cosas, que hay una serie de problemas en la Iglesia que ya no se pueden aplazar por más tiempo, como «la actitud de la Iglesia hacia los divorciados, y luego, el nombramiento y la elección de los obispos, el celibato de los sacerdotes, el papel de los laicos católicos y la relación entre la jerarquía eclesiástica y la política».

En efecto, el último libro del cardenal Martini, escrito mano a mano con el sacerdote Luigi Maria Verzé, fundador del hospital San Rafael de Milán y de la Universidad del mismo nombre, «un personaje de notable audacia que tiene muy poco en común con Martini», tiene, al igual que sus Coloquios nocturnos en Jerusalén, que tanto éxito han cosechado en todos los países donde se han publicado, estructura de diálogo en la que se jalonan preguntas y respuestas sobre los más diversos temas con el objetivo común de «llamar la atención de los cristianos católicos hacia problemas que ya no se pueden aplazar».
El libro, titulado Estamos todos en la misma barca, ha sido traducido al español por la editorial San Pablo y su aparición está prevista para el mes de septiembre.
En el libro, tal como afirmaba el cardenal Martini en la entrevista, se habla, por ejemplo, de la posibilidad de un concilio, que ayude a la Iglesia a «retomar el impulso», pero un «sobre temas específicos y concretos, con un solo argumento, dos como mucho», por ejemplo sobre «la relación de la Iglesia con los divorciados», tema que «afecta a muchísimas personas y familias, y desgraciadamente, el número de personas implicadas aumentará, así que hay que afrontarlo con sabiduría y visión de futuro», o también sobre «el curso penitencial de la propia vida», pues, añade el cardenal en la entrevista, «su ejercicio se ha convertido en algo casi mecánico» y «hay que devolver a la confesión una esencia auténticamente sacramental, un recorrido de arrepentimiento y un programa de vida, una confrontación constante con el propio confesor; en resumen, una dirección espiritual».
RD

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