sábado, 6 de diciembre de 2008

Las difíciles relaciones de Alexis II con la Iglesia de Roma


RD/Efe).-Las relaciones Alexis II, patriarca ortodoxo de Moscú que falleció hoy, con la Iglesia Católica fueron muy difíciles durante el papado de Juan Pablo II, aunque mejoraron con Benedicto XVI. Alexis II fue elegido Patriarca de Moscú y todas las Rusias en 1990, en plena descomposición del régimen soviético y con la intención de devolver al pueblo ruso la fe ortodoxa.
A los pocos meses -y aunque sus relaciones con el Papa Juan Pablo II eran buenas, según dijo el metropolita Cirilo- resucitó el tema del proselitismo católico en Rusia y acusó a Roma de expandirse en territorios que consideraba zonas de tradicional influencia del Patriarcado ortodoxo de Moscú.

La iglesia ortodoxa rusa denunció a principios de la década de los noventa la 'invasión' de sacerdotes católicos polacos en Rusia, intentando convertir a ortodoxos aprovechando del conocimiento del idioma ruso, obligatorio durante la época comunista polaca, y la 'sequía religiosa' que habían padecido durante décadas.

Alexis II no entendía como la iglesia de Roma se atrevía a 'invadir' sus espacio religioso 'natural' y acusó al Vaticano de no ayudar al ecumenismo de esa manera.

El Vaticano siempre argumentó que nunca hizo proselitismo, sino que se trató de libertad religiosa.

El enfrentamiento llegó al punto que Alexis II no aceptó la invitación que le hizo Juan Pablo II para asistir a un Sínodo especial sobre Europa en 1991 en el Vaticano y siempre rechazó reunirse con él.

Juan Pablo II deseaba visitar Moscú y abrazar allí a Alexis, un gesto que consideraba importante para la unidad de los cristianos, pero murió sin ver cumplido ese deseo.

En 2001, Juan Pablo II viajó a Ucrania -de mayoría ortodoxa pero donde vive la iglesia católica de rito oriental, conocida como 'Uniata'- desoyendo la oposición a ese viaje expresada por Alexis II, que de nuevo volvió a acusar a Roma de proselitismo.

Lo primero que hizo Juan Pablo II fue pedir perdón por los errores cometidos por los católicos contra los ortodoxos, aunque por primera vez también les exigió un 'mea culpa' y dio garantías de que no iba a hacer proselitismo.

Alexis II insistió en que el viaje sólo dañaba la anhelada unidad, a la vez que impidió al líder de los ortodoxos ucranianos, Vladimir, reunirse con el Pontífice.

Las relaciones alcanzaron su peor momento en 2002, debido a la decisión de Juan Pablo II de reorganizar la Iglesia Católica en Rusia creando cuatro diócesis.

Los ortodoxos lo vieron como una agresión y Alexis II llegó a hablar de 'desafío' y 'gesto no amistoso'.

En los meses siguientes, las autoridades rusas expulsaron a cinco sacerdotes católicos, incluido un obispo, sin explicación oficial, pero con insinuaciones de posible espionaje, lo que aumentó la tensión.

Para rebajarla, en 2003 Juan Pablo II trasladó al obispo de Siberia, uno de los expulsados el año antes, a Polonia, lo que fue apreciado por Moscú.

En esa línea, Juan Pablo II devolvió el icono de la Virgen de Kazan, uno de los lugares símbolo del cristianismo ruso, que se custodiaba en el Vaticano, a la Iglesia ortodoxa.

Con la llegada de Benedicto XVI las relaciones mejoraron, pero no hasta el punto de que se viera en el horizonte cercano un encuentro entre ambos.

El ex presidente ruso Vladimir Putin visitó el Vaticano en tres ocasiones, pero en ninguna de ellas invitó al Papa a visitar Rusia.

En mayo pasado, el cardenal Walter Kasper, presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, visitó Moscú y entregó a Alexis II una carta de Benedicto XVI en la que 'estimaba y apreciaba' el compromiso del patriarca para mejorar las relaciones con los católicos y resaltaba el deseo común 'de promover los auténticos valores cristianos'.

Hoy Kasper volvió a resaltar ese compromiso, 'a pesar de las dificultades y tensiones surgidas de vez en cuando'.

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