Al enterarse de que Juan el Bautista había sido encarcelado, Jesús se dirigió a Galilea, pero no se quedó a vivir en Nazaret, donde se había criado, sino que se fue a la ciudad de Cafarnaúm, a orillas del lago, en la región de las tribus de Zabulón y Neftalí. “Desde entonces, Jesús comenzó a proclamar: ‘Vuélvanse a Dios, porque el reino de Dios está cerca”. Fue allí en esta pequeña población de pescadores, donde Jesús comenzó a formar una pequeña comunidad que viviera ya la realidad del reino que él anunciaba. El evangelio que nos propone hoy la liturgia nos habla del llamamiento que recibieron los primeros cuatro discípulos. Eran pescadores que pasaban su tiempo ocupados en las labores propias de su profesión. Simón Pedro, Andrés, Santiago y Juan dejaron las redes, sus familias y todo lo que tenían, para seguir al Señor.
Hace algunos meses me pidieron algunas orientaciones para formar una comunidad cristiana. Les sugerí que las reuniones deberían tener estos cuatro momentos:
1. Un momento para compartir la VIDA: Momento para compartir la vida de cada uno en algún aspecto. Esto se puede hacer con base en una pregunta que puede estar orientada de muchas maneras. También podría organizarse algún tipo de dinámica que ayude a conocerse más, a conversar sobre lo que les llama la atención, lo que les gusta, lo que vive cada uno, etc. Algunas preguntas que se me ocurren en este momento, una para cada reunión, podrían ser las siguientes: ¿Qué buscamos cuando venimos a construir una comunidad cristiana? ¿Cuál es mi historia de vida? ¿Qué etapas ha tenido mi vida, mi relación con Dios, mi desarrollo profesional, etc.? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado en nuestro vida familiar en este último tiempo? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado a nivel social y político en este último tiempo? ¿Qué es lo que más nos ha impresionado con respecto a nuestra actividad laboral en este último tiempo? ¿Cuáles son mis sueños para el futuro, a nivel familiar, grupal, laboral, social, político? Esto es una pequeña muestra. La idea es generar un momento de compartir sobre la VIDA, que sería el elemento inicial de cualquier comunicación y construcción comunitaria.
2. Un momento para escucha la PALABRA DE DIOS: Podrían ir leyendo en cada reunión, una parte del libro de los Hechos de los Apóstoles; en él, san Lucas, cuenta cómo fue que los primeros cristianos hicieron para construir una comunidad fraterna alrededor de la fe en Jesús. No conozco otro método más apropiado para aprender a construir una comunidad cristiana. Podrían comenzar por leer juntos una pequeña introducción al libro de los Hechos de los Apóstoles. Esta introducción se puede encontrar al comienzo del libro y suele ser escrita por un especialista que habla de la manera como se escribió el libro, su autor, su organización interna, etc. Debe ser pequeña y no muy complicada. Las ediciones corrientes de la Biblia traen una pequeña introducción. Las biblias de estudio tienen introducciones más complejas y largas. Puede escogerse mejor una pequeña para no hacer aburrido el rato. Luego pueden ir leyendo, en cada reunión, un capítulo o una pequeña parte y comentarla entre todos. ¿Qué nos enseña? ¿Cómo ilumina este texto lo que hemos compartido sobre nuestras vidas? ¿A qué nos invita este texto? etc.
3. Un momento para CELEBRAR LA FE EN COMUNIDAD. Este momento sería un momento de oración, de pedir por nuestras necesidades, de dar gracias, etc. Se puede tomar una oración que uno conozca y repetirla juntos. Se puede invitar a que cada uno ore en voz alta o se puede dirigir un momento de oración personal. Si alguna vez los puede acompañar un sacerdote, podrían tener la celebración de la eucaristía. Pero lo fundamental es tener un momento de oración compartida, que puede hacerse de muchas maneras...
4. Un momento para COMPARTIR fraternalmente. Este momento sería para compartir un trozo de ponqué y una gaseosa. Durante este último momento se puede tener también un rato de esparcimiento sano, organizar algún juego, alguna dinámica, un momento para departir informalmente un rato.
Algunas sugerencias adicionales:
1. Cada momento de la reunión lo puede preparar una persona o una pareja distinta cada vez; con esto se promueve la participación de todos y se invita a la creatividad.
2. Cada momento debe ser como una minifalda... Lo suficientemente corto para llamar la atención, pero lo suficientemente largo para cubrir el tema fundamental... No deberían ser momentos muy largos; una buena medida podría ser media hora cada momento; a lo mejor el momento de oración puede ser más breve y el del compartir la Palabra un poco más largo... Pero la reunión no debería pasar de dos horas.
3. Es muy importante ser muy puntuales para empezar y para terminar, de manera que la gente sepa bien cómo se va a manejar el tiempo. Si la gente se quiere quedar un rato más después de terminar, lo puede hacer, pero dar por terminada la reunión en un momento dado.
4. Sería bueno tener durante toda la reunión una velita o un cirio encendido en medio de la comunidad, representando a Cristo resucitado. Y también tener una Biblia colocada en un lugar especial, también como símbolo de la presencia del Señor en medio de la comunidad. A esto se pueden añadir flores, algún otro símbolo, dependiendo del tema que vayan a tratar, etc.
Seguramente, en el proceso, irán saliendo tareas y misiones, porque no hay ninguna comunidad que se reúna alrededor de la memoria de Jesús, que no se sienta, en un momento dado, lanzada a cumplir una misión en medio de la Iglesia y del mundo; por eso, habrá que estar atento para orientar y dirigir esa misión de modo que sea sencilla, realizable, práctica y no complicada, ideal, abstracta...
Hoy, la Iglesia también se tiene que formar a partir de pequeñas comunidades en las que se pueda compartir la vida de cada uno de sus miembros. Sólo así podremos decir que el reino de Dios ya está cerca.
Hermann Rodríguez Osorio, S.J.*
* Sacerdote jesuita, Decano académico de la Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Javeriana – Bogotá
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