Lo importante es mantener la esperanza. Cuántas veces hemos oído decir –o nos hemos oído diciendo–que los cristianos debemos ser un plus de esperanza para el mundo… Pero a veces las circunstancias, los acontecimientos, la vida misma se seca y uno se ve casi incapaz de ser ese plus o de encontrarlo. ¡Provoquémoslo! Provoca la esperanza. Creo que por ahí van los tiros. Porque tenemos la certeza de que el Señor de la Vida nos da ese plus de esperanza, provoquémoslo si se seca. La esperanza o la certeza. Porque importa, importa hacerle un hueco a la esperanza en nuestra vida. Porque para que las cosas avancen, para que se den, hay que provocarlas. A veces vienen solas, pero las menos, no nos engañemos… La lucha es una constante en la vida, el esfuerzo, el intento… Y de eso se construye lo que vivimos.
La esperanza no se tiene en abstracto. Si se quiere celebrar, hay que invitar. Entonces podemos esperar que esa celebración se dé. Si se quiere avanzar, hay que caminar. Entonces podemos esperar que nuestros pasos nos lleven lejos. Si se quiere abrazar (o ser abrazado), hay que abrir los brazos. Entonces podemos esperar a ese alguien que los llene… Si quieres confiar, debes creer. Porque entonces podrás esperar…
No nos cansemos de buscar esa causa, esa meta, esa razón para que la esperanza surja. Para reavivarla si se ha hecho cenizas. Para hacerla crecer de nuevo si se ha hecho añicos. Y ella te impulsará adelante. No te canses. Es nuestra herencia. Es nuestra responsabilidad. Provoca la esperanza.
Glòria Díaz Lleonart
pastoralsj
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