viernes, 18 de julio de 2008

El Evangelio de hoy


Mateo 12. 1-8.

Por aquel tiempo, Jesús caminaba un sábado entre los sembrados. Sus discípulos sintieron hambre, y comenzaron a arrancar espigas de trigo y a comer los granos. Los fariseos lo vieron, y dijeron a Jesús:
—Mira, tus discípulos están haciendo algo que no está permitido hacer en sábado.
Él les contestó:
—¿No han leído ustedes lo que hizo David en una ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre? Pues entró en la casa de Dios y comieron los panes consagrados a Dios, los cuales no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes. ¿O no han leído en la ley de Moisés que los sacerdotes en el templo no cometen pecado aunque no descansen el sábado? Pues les digo que aquí hay algo más importante que el templo. Ustedes no han entendido el significado de estas palabras: ‘Lo que quiero es que sean compasivos, y no que ofrezcan sacrificios.’ Si lo hubieran entendido, no condenarían a quienes no han cometido ninguna falta. Pues bien, el Hijo del hombre tiene autoridad sobre el sábado.




Recuerdo en mi vida los fariseos interiores que me agobian con el cumplimiento de normas que me ahogan.


Aquellos momentos en que el “deber ser” me impide vivir.



¿Dónde no me siento suficientemente libre como para ser plenamente feliz? ...


¿qué sentirá el Señor ante eso? ...


¿me pide Dios eso como sacrificio? ...


¿o quiere más bien que me lo perdone?...


¿cómo liberarme? ...


¿qué cambios me harían más feliz? ...


¿cómo son posibles de efectuar? ...


¿cómo lo vería eso Jesús? ...


¿Qué haría Cristo en mi lugar?

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