domingo, 12 de octubre de 2014

LECTURAS PARA EL DÍA DE HOY



XXVIII DOMINGO ORDINARIO

PRIMERA LECTURA
Isaías: 25, 6-10
El Señor preparará un banquete y enjugará las lágrimas de todos los rostros.En la visión de Isaías habla de "todos los pueblos" –que es nuestra primera lectura—y de su vocación a participar en la fiesta eterna del Mesías. Esto es lo fundamental de visión profética del banquete que nos acerca, también, a la promesa eucarística.

En aquel día, el Señor del universo preparará sobre este monte un festín con platillos suculentos para todos los pueblos; un banquete con vinos exquisitos y manjares sustanciosos. Él arrancará en este monte el velo que cubre el rostro de todos los pueblos, el paño que oscurece a todas las naciones. Destruirá la muerte para siempre; el Señor Dios enjugará las lágrimas de todos los rostros y borrará de toda la tierra la afrenta de su pueblo. Así lo ha dicho el Señor.
En aquel día se dirá: "Aquí está nuestro Dios, de quien esperábamos que nos salvara. Alegrémonos y gocemos con la salvación que nos trae, porque la mano del Señor reposará en este monte". 
Palabra de Dios

SALMO
Del salmo 22
El salmo 22 es uno de los más bellos y más conocidos del salterio. Es una confesión personal de fe que expresa –hoy y ayer—la total confianza en la providencia de Dios que protege de todo lo malo, de todos los peligros e, incluso, de la muerte. Puede llamarse la atención que en este salmo 22 surge la obsesión por la presencia permanente de los enemigos y parece que dicha obsesión por los adversarios de su entorno sigue viva en el pueblo de Israel.
R/. Habitaré en la casa del Señor toda la vida.
El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes praderas me hace reposar
y hacia fuentes tranquilas me conduce
para reparar mis fuerzas. R/.
Por ser un Dios fiel a sus promesas, me guía por el sendero recto;
así, aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú estás conmigo.
Tu vara y tu cayado me dan seguridad. R/.
Tú mismo me preparas la mesa,
a despecho de mis adversarios;
me unges la cabeza con perfume
y llenas mi copa hasta los bordes. R/.
Tu bondad y tu misericordia
me acompañarán todos los días de mi vida;
y viviré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

SEGUNDA LECTURA
Filipenses: 4, 12-14. 19-20
Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza. San Pablo en la segunda lectura –breve texto de la Carta a los Filipenses-- nos anima a responder a ello desde cualquier situación que se nos presente, para salvaguardar así la libertad del evangelio por encima de todo. Una libertad, vivida desde la pobreza y el amor, pues tanto el dar como el recibir son siempre una gracia recibida de Dios.
Hermanos: Yo sé lo que es vivir en pobreza y también lo que es tener de sobra. Estoy acostumbrado a todo: lo mismo a comer bien que a pasar hambre; lo mismo a la abundancia que a la escasez. Todo lo puedo unido a aquel que me da fuerza. Sin embargo, han hecho ustedes bien en socorrerme cuando me vi en dificultades.
Mi Dios, por su parte, con su infinita riqueza, remediará con esplendidez todas las necesidades de ustedes, por medio de Cristo Jesús. Gloria a Dios, nuestro Padre, por los siglos de los siglos. Amén.
Palabra de Dios

EVANGELIO
San Mateo: 22, 1-14
Conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren.El evangelio de san Mateo nos dice: "los reclutados en los cruces de los caminos". No podemos dudar que no se excluye a nadie en la invitación, lo que pasa es que a veces no nos queremos dar por enterados, o bien la rechazamos, o bien cambiamos los "vinos de solera y los "manjares suculentos" por lágrimas de sabor amargo. La primera lectura y el evangelio tienen hoy una gran similitud. "El Dios del gran Banquete es el Dios de todos". Y esa cercanía es la permanente y sabia coordinación de mensajes que nos dan siempre los textos litúrgicos.

En aquel tiempo, volvió Jesús a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, diciendo: "El Reino de los cielos es semejante a un rey que preparó un banquete de bodas para su hijo. Mandó a sus criados que llamaran a los invitados, pero éstos no quisieron ir.
Envió de nuevo a otros criados que les dijeran: 'Tengo preparado el banquete; he hecho matar mis terneras y los otros animales gordos; todo está listo. Vengan a la boda'. Pero los invitados no hicieron caso.
Uno se fue a su campo, otro a su negocio y los demás se les echaron encima a los criados, los insultaron y los mataron.
Entonces el rey se llenó de cólera y mandó sus tropas, que dieron muerte a aquellos asesinos y prendieron fuego a la ciudad.
Luego les dijo a sus criados: 'La boda está preparada; pero los que habían sido invitados no fueron dignos. Salgan, pues, a los cruces de los caminos y conviden al banquete de bodas a todos los que encuentren'. Los criados salieron a los caminos y reunieron a todos los que encontraron, malos y buenos, y la sala del banquete se llenó de convidados. Cuando el rey entró a saludar a los convidados, vio entre ellos a un hombre que no iba vestido con traje de fiesta y le preguntó: 'Amigo, ¿cómo has entrado aquí sin traje de fiesta?' . Aquel hombre se quedó callado. Entonces el rey dijo a los criados: 'Átenlo de pies y manos y arrójenlo fuera, a las tinieblas. Allí será el llanto y la desesperación'. Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos".
Palabra del Señor

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