Desde el momento de la llegada a Łódź el 15 de julio para participar en MAGIS, los peregrinos han tenido la oportunidad de disfrutar de bailes y canciones, de conocer nuevos amigos, y de encontrarse con Dios y consigo mismos.
Y esta experiencia ya está produciendo fruto. Claire Dixon, que cuenta que deseaba experimentar la universalidad de la Iglesia tras verse “confinada en mi burbuja en California”, se ha sentido interpelada por la oración compartida. “Oír a los otros peregrinos rezar el padrenuestro en tantas lenguas maternas distintas me ha maravillado y alegrado de corazón. Así es como imagino que todo comenzó en Pentecostés”, afirma.
Madalena Machete, participante llegada desde Portugal, también se mostró removida por estos primeros pocos días de MAGIS y por la oportunidad de conocer gente de tan diferentes contextos culturales. “Creo que hoy en día es muy importante que comprendamos que nuestra fe es universal”, y añade que “en ocasiones me olvido de que hay lugares en los que ser católico es mucho más difícil que en mi país”.
Tras compartir el fin de semana en Łódź, los aproximadamente 2.000 participantes han sido ahora divididos en grupos de aproximadamente 25 integrantes, de cara a las diversas experiencias ignacianas.
Convivir, rezar y colaborar en grupos con personas procedentes de los diferentes continentes —y tantos idiomas— ofrece la constante oportunidad de abrirse a nuevas perspectivas.
No caí en la cuenta de cómo yo daba por hecho que la gente podría entenderme, hasta que traté de hablar en francés -por primera vez en al menos 20 años- con un peregrino de París”, dice Cathy Dante, de Estados Unidos. “¡Me sentí muy aliviada cuando pude de nuevo hablar en inglés! Podía entender y ser entendida. Ese es mi deseo ahora que me voy a la experiencia: ser comprendida y comprender”.
Muchos peregrinos expresaban su deseo de conocer en profundidad a otros y así juntos descubrir a Cristo. “Siento que esta experiencia es una oportunidad para aprender de otras culturas y jóvenes que, como yo, experimentan a Cristo vivo y su buena noticia en sus diferentes realidades”, dice el ecuatoriano Jorge Gómez. “A pesar de hablar distintos idiomas, hay un lenguaje común: la espiritualidad ignaciana y el amor de Dios”.
Precisamente esta espiritualidad ignaciana es un elemento de MAGIS que de hecho une a los diversos grupos de participantes, de manera que los peregrinos tienen la ocasión de profundizar en ella a lo largo de todo el encuentro.
Los peregrinos participarán cada día en el “círculo MAGIS”, lo cual les brindará la oportunidad de reflexionar en torno a su vivencia del día. “Como alguien que estudia en una universidad jesuita, me encanta aprender cada vez más sobre la espiritualidad ignaciana y pienso que el círculo MAGIS será otra actividad genial que podré añadir a mis herramientas de oración”, explica Kate Hannick, llegada desde Estados Unidos.
Entre la diversidad de perspectivas y expectativas, parece revelarse una verdad: hay mucho crecimiento aguardando a los peregrinos y, por tanto, a sus comunidades. “Realmente espero reavivar la pasión por el amor de Dios y sus personas, y llevar esa pasión a la práctica cuando regrese a casa”, comenta el estadounidense Christopher Dellesin.
Como resume Karl Gebrael, de Oriente Próximo: “es el sabor del magis lo que nos mueve a querer más de ello”.
MAGIS
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