XVIII DOMINGO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
PRIMERA LECTURA
Isaías: 55, 1-3
Vengan a comer.La primera lectura, del capítulo 55 del Profeta Isaías nos muestra al Señor, al Dios grande, que sólo quiere que nos acerquemos a Él para recibir, sin pedirnos nada a cambio. Invita a todos, espera a todos, no quiere que nadie quede fuera; y la única condición que pone para ello es: tener hambre, tener necesidad, tener deseo de saciarse. Que Dios es gratuidad, no puede estar más claro. "Acudid también los que no tenéis dinero". Si hay dinero por medio, no es don de Dios.
Esto dice el Señor: "Todos ustedes, los que tienen sed, vengan por agua; y los que no tienen dinero, vengan, tomen trigo y coman; tomen vino y leche sin pagar. ¿Por qué gastar el dinero en lo que no es pan y el salario, en lo que no alimenta? Escúchenme atentos y comerán bien, saborearán platillos sustanciosos. Préstenme atención, vengan a mí, escúchenme y vivirán. Sellaré con ustedes una alianza perpetua, cumpliré las promesas que hice a David".
Palabra del Señor
Palabra del Señor
SALMO
Del salmo 144
Este salmo 144 demuestra que la idea del Reino de Dios ya estaba entre los judíos, aunque sin definir completamente. Iba a ser Jesús de Nazaret quien definiría el Reino y anunciara su proximidad. A nosotros, hoy, la proclamación de este salmo nos sirve para afirmar la existencia de ese Reino en nosotros.R/. Abres, Señor, tu mano y nos sacias de favores.
El Señor es compasivo y misericordioso,
lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas. R/.
lento para enojarse y generoso para perdonar.
Bueno es el Señor para con todos
y su amor se extiende a todas sus creaturas. R/.
A ti, Señor, sus ojos vuelven todos
y tú los alimentas a su tiempo.
Abres, Señor, tus manos generosas
y cuantos viven quedan satisfechos. R/.
y tú los alimentas a su tiempo.
Abres, Señor, tus manos generosas
y cuantos viven quedan satisfechos. R/.
Siempre es justo el Señor en sus designios
y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. R/.
y están llenas de amor todas sus obras.
No está lejos de aquellos que lo buscan;
muy cerca está el Señor, de quien lo invoca. R/.
Romanos: 8, 35. 37-39
Nada podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús.Nos dice la segunda lectura, de la Carta de San Pablo a los Romanos, que no sentiremos solamente amor cuando el camino es fácil, cuando se realicen nuestros proyectos. El amor de Dios nos alcanza, y quizá más, en los momentos de soledad, en las pruebas, en las dificultades, en la enfermedad, porque el Señor experimenta el dolor con todos, porque junto a Cristo todos los dolores se convierten en Redención.
Hermanos: ¿Qué cosa podrá apartarnos del amor con que nos ama Cristo? ¿Las tribulaciones? ¿Las angustias? ¿La persecución? ¿El hambre? ¿La desnudez? ¿El peligro? ¿La espada?
Ciertamente de todo esto salimos más que victoriosos, gracias a aquel que nos ha amado; pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni el presente ni el futuro, ni los poderes de este mundo, ni lo alto ni lo bajo, ni creatura alguna podrá apartarnos del amor que nos ha manifestado Dios en Cristo Jesús.
Palabra de Dios
EVANGELIO
San Mateo: 14, 13-21
Comieron todos hasta saciarse.El Evangelio de Mateo nos va a narrar la multiplicación prodigiosa de los panes. Muchas veces caemos en la tentación de creer en los milagros, como no están a nuestro alcance no nos afectan. Aceptamos el relato porque es maravilloso. Pero no la transcendemos a la realidad Y es verdad que sólo Dios puede hacer milagros, pero a nosotros nos corresponde poner cinco panes y dos peces. Estar atentos a lo que dice Jesús: "Dadles vosotros de comer". Es decir: “os encargo que saciéis el hambre de los demás. Levantaos de ese sillón tan cómodo y salid al encuentro de los que tienen hambre”
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, subió a una barca y se dirigió a un lugar apartado y solitario. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Cuando Jesús desembarcó, vio aquella muchedumbre, se compadeció de ella y curó a los enfermos. Como ya se hacía tarde, se acercaron sus discípulos a decirle: "Estamos en despoblado y empieza a oscurecer.
Despide a la gente para que vayan a los caseríos y compren algo de comer". Pero Jesús les replicó: "No hace falta que vayan. Denles ustedes de comer". Ellos le contestaron: "No tenemos aquí más que cinco panes y dos pescados". Él les dijo: "Tráiganmelos". Luego mandó que la gente se sentara sobre el pasto. Tomó los cinco panes y los dos pescados, y mirando al cielo, pronunció una bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que los distribuyeran a la gente. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que habían sobrado, se llenaron doce canastos. Los que comieron eran unos cinco mil hombres, sin contar a las mujeres y a los niños.
Palabra del Señor
Palabra del Señor
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