sábado, 9 de agosto de 2014

JÓVENES SANTIAGO: Testimonio de Karla Huerta: Mi Experiencia de Dios hasta Izquierda Autonoma


Entré a la política por el evangelio.  Quizás resulte altisonante una afirmación como esta, pero la verdad, es cierto. Porque no entré a la política ni por los amigos, ni por intereses particulares, ni tampoco por la Iglesia, a la que pertenezco y en la que creo desde infancia.
Entré a la política por el evangelio, ese que sonaba en la capilla de mi colegio todos los días, ese que estaba musicalizado en tantas canciones que hablan del amor a Dios y al prójimo, ese que me cuenta tanto sobre Jesús, su rebeldía con la religión y el modelo político establecido y que lo llevó, en consecuencia, a morir crucificado. Siempre he asistido mucho a los templos porque siento una afectividad muy grande por la liturgia comunitaria y  he escuchado con reverencia a los pastores en sus homilías y retiros espirituales, desde muy pequeña y con mucho gusto, con ese deseo grande de buscar la voluntad de Dios. Pero, nada de las cosas del templo resonó más fuerte en mi corazón que las palabras y hechos de Jesús en los relatos de los evangelios.
Cuando fue “El Pinguinazo” el año 2006 yo cursaba segundo medio en un Liceo municipal, ahora emblemático, de Rancagua. Me tocó ser la vocera del Liceo más importante de la región, y eso desestructuró toda mi joven forma de ver la vida, y por tanto, toda mi idea de Dios. Y cuando vi la realidad del país, y vi a mis compañeros estudiantes movilizándose y trabajando colaborativamente con la esperanza en un mundo mejor, me dije: ¡esto es lo mismo que el evangelio! Fue sorprendente para mí.
Hay en los evangelios un montón de pasajes muy incómodos que escuchaba suavizar mucho en las misas, eso me hacía mucho ruido. Parecía que daba miedo decir que ser rico o ser pobre tenía consecuencias para la vida espiritual, o se intentaba decir que simple y llanamente daban lo mismo, porque Dios igual nos amaba a todos y con eso bastaba. Después de esta gran experiencia de movilización, ese discurso ya no podía ser posible, el evangelio no dice eso, y la vida social chilena tampoco.
Ahí decidí dedicarme enteramente a la acción social, no sabía todavía si derechamente política, le tenía miedo, los políticos no tienen buena fama, y la política secuestrada por las dos coaliciones de la Concertación y la Alianza, no daban (ni dan) espacio para gente joven y con nuevos valores.
Entonces me involucré muy de cerca con la causa mapuche, en ese momento estaba en la cárcel la Patricia Troncoso con 100 días de huelga de hambre en el sur, y con un grupo de amigos protagonizamos la toma de la Catedral de Rancagua para pedirle a monseñor Goic que se pronunciara públicamente al respecto para así visualizar el conflicto. Ahí me encontré con varios de los curas que escuché tantas veces en misa, y contrario a lo que creí, me acogieron muy bien y casi me felicitaron. Aquello fue tremendamente extraño, pero confirmó mi camino de alguna manera.
Luego de mucho trabajo social en las periferias, militando en una organización que reivindicaba la marginalidad de la acción, con pocos resultados de incidencia real en las personas y la vida social, entré a estudiar Pedagogía en Religión en la PUCV. En esa fecha conocí a personas de Izquierda Autónoma, quienes estaban en la Federación de Estudiantes. Me integré a Izquierda Autónoma tímidamente el año 2010 tras la invitación de una amiga militante y cevequiana de Valparaíso, y así mismo ingresé a la CVXj de Valparaíso: ambos ingresos fueron paralelos y simultáneos.
Luego, inmediatamente me tocó ser Presidenta de mi Carrera cuando ocurrió la gran movilización del año 2011. En mi cargo, en “la carrera religiosa” de la Universidad, sin duda, me encontré nuevamente con la gran encrucijada: cómo relacionar la gran movilización y la opción creyente. Mis compañeros de curso, siendo en su mayoría de estrato social bajo y tremendamente creyentes y católicos, provenientes de diversas parroquias de la región, hicieron un gran trabajo en ese sentido, y todo fue tomando mayor coherencia.  Reclamamos también contra el silencio del obispo de Valparaíso ante la gran convulsión social. Compartí con ellos mis dudas y mis temores, y creo que desde ahí se reafirmó mi convicción de entrar en la política.
En Izquierda Autónoma el camino ha sido de muchos frutos, compartiendo la vida, nuestras inquietudes, luchas sociales y personales, esperanzas y sueños, con personas no creyentes en su mayoría, ¡pero muchos creyentes también! Hay amigos luteranos, de formación cristiana, católicos, agnósticos y ateos. Ellos me han mostrado con mayor claridad que el evangelio es Buena Noticia para el mundo.
Con ellos he profundizado en valores que tienen mucho que ver con jugársela por el evangelio, y una cuestión importante es salir de la marginalidad, y enfrentar a la política de frente, a la cara, con todas sus dificultades; esas dificultades también las vivió Jesús. Eso significa, una disputa de poder, y esa es la clave para pasar de una lucha social a una lucha política. Pero para que ese nexo exista es necesario “socializar lo político y politizar lo social”, es decir, comprender que cada ser humano libre y soberanamente tiene poder de decidir su futuro, esa “libertad de los hijos de Dios”. Y entonces, debe involucrarse en la política, porque esa soberanía no se ejerce en privado, es decir, “no nos salvamos solos”, ¡no podemos!, no es una opción. Somos soberanos de nuestro destino en la medida que lo somos todos, como sociedad, esa es la única manera de lograrlo: decidir el futuro de la sociedad es decidir nuestro futuro y al revés. Todas estas ideas podrían sonar complicadas, por me fue necesario masticarlas, o “rumiarlas”, como diría san Ignacio.
De esta manera, en la actualidad me encuentro estudiando Teología en la UC, y como Coordinadora Externa de Izquierda Autónoma en la universidad. Queda mucho camino por hacer, pero ya se ha cimentado la convicción de que es necesaria una nueva forma de hacer política, para una nueva forma de hacer sociedad, y en eso espero poder cooperar para una lucha que recién comienza.
CVX Jóvenes

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