lunes, 7 de octubre de 2013

Algo para pensar y orar en esta semana


Humildad y compasión
Las personas verdaderamente humildes son compasivas. Ellas pueden entristecerse cuando otras son irresponsables; pero no pierden la serenidad ni juzgan duramente. En vez de eso, se colocan el los zapatos de los ingratos y tratan de amar en sus realidades.
Ellos ruegan para que el Amor de Dios brille sobre los malvados y sobre los buenos; sobre los indiferentes como sobre los comprometidos. Ellos no se apoyan en sus propios recursos, y su confianza en Dios es tan arrolladora que Dios no puede dejar de responder a sus ruegos. Son suficientemente cariñosos para ver que la maldad de muchos se debe al poco amor que han recibido en sus vidas. Ellos entregan sus corazones, sus mentes y sus manos a Dios, de modo que Dios pueda trabajar con ellas.
Ellos no se agobian. Han respondido a la atracción gravitacional de Dios, por lo que sus yugos son livianos y sus cargas ligeras. El amor les ha dado alas. Han renunciado a sus intentos de regir sus propias vidas, y al rendirse incondicionalmente a Dios, experimentan una alegría que los levanta. Han llegado a estar tan sintonizados con Dios, que se han sintonizado, con gratitud, a su llamado a servir.
Espacio Sagrado

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