jueves, 29 de agosto de 2013

MES DE LA SOLIDARIDAD. Un pensamiento del Padre Hurtado. DOS CONFLICTOS



Un doble conflicto
se plantea constantemente para el cristiano:
uno exterior entre su iglesia y el mundo.
Y otro mucho más agudo
en su conciencia íntima del hombre,
entre su fe
en la fraternidad sobrenatural de los hombres
y el cumplimiento de sus deberes
de justicia y caridad

De estos dos conflictos,
el segundo es aún más violento
que el primero.

Más fácil es encontrar
quienes defienden a la iglesia
en sus luchas estrictamente religiosas
que quienes quieren afrontar íntegramente
la lucha contra la concepción
egoísta y pagana
del mundo económico contemporáneo.

Más fácil es darse cuenta
de las intenciones remotas
de un proyecto de ley comunizante o sectario,
que percibir cuán lejos está del espíritu de
Cristo
las costumbres y prácticas
del medio social
en que viven instalados muchos cristianos
en la más absoluta buena fe.

Algunos se consideran culpables
al estrechar la mano de un masón
o de un comunista
pero no al tratar con quienes violan
abiertamente
la justicia en sus negocios
y la caridad en sus palabras
o en sus omisiones egoístas.

Es más fácil guardar las apariencias
y practicar las virtudes
que requieren una entrega de fondo:
observar las prácticas exteriores,
hacer actos de devoción personal,
separase de cierto tipo de impíos
que cerrar el alma a todas las impiedades
que Jesús combatió con mayor vehemencia.

Sin embargo
el testimonio de estos testigos incompletos
suele acarrear más daño
que bienes a la iglesia.

Los que esperan encontrar
en la vida personal de los católicos
una traducción de su fe,
condenan a la iglesia como incapaz
de reformar al hombre interiormente.
Y algunos llegan a condenarla
como cómplice o amparadora
de las injusticias
de esos cristianos de fachada.

La fidelidad a Dios
si es verdadera
debe traducirse en justicia
frente a los hombres.

Padre Alberto Hurtado
Humanismo Social, 1947

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