domingo, 28 de julio de 2013

Comentario a la 1a. y 2a. lectura por José Enrique Galarreta S.J.


GÉNESIS 18, 20-32
Dijo el Señor:
- La acusación contra Sodoma y Gomorra es fuerte, y su pecado es grave. Voy a bajar, a ver si realmente sus acciones responden a la acusación; y si no, lo sabré.
Los hombres se volvieron y se dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abrahán.
Entonces Abrahán se acercó y dijo a Dios:
- ¿Es que vas a destruir al inocente con el culpable? Si hay cincuenta inocentes en la ciudad, ¿los destruirás y no perdonarás al lugar por los cincuenta inocentes que hay en él? ¡Lejos de ti tal cosa! matar al inocente con el culpable, de modo que la suerte del inocente sea como la del culpable; ¡lejos de ti! El juez de todo el mundo ¿no hará justicia?
El Señor contestó:
- Si encuentro en la ciudad de Sodoma cincuenta inocentes, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos.
Abrahán respondió:
- Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Si faltan cinco para el número de cincuenta inocentes, ¿destruirás, por cinco, toda la ciudad?
Respondió el Señor:
- No la destruiré, si es que encuentro allí cuarenta y cinco.
Abrahán insistió:
- Quizá no se encuentren más que cuarenta.
- En atención a los cuarenta, no la destruiré.
Abrahán siguió hablando:
- Que no se enfade mi Señor si sigo hablando. ¿Y si se encuentran treinta?
- No lo haré, si encuentro allí treinta.
Insistió Abrahán:
- Me he atrevido a hablar a mi Señor: ¿y si se encuentran veinte?
Respondió el Señor:
- En atención a los veinte, no la destruiré.
Abrahán continuó:
- Que no se enfade mi Señor si hablo una vez más. ¿Y si se encuentran diez?
Contestó el Señor:
- En atención a los diez, no la destruiré.
Emocionante "historia", parte de la preciosa saga de la amistad personal de Abrahán con Dios. El Génesis presenta a Abrahán como "el amigo del Señor", y escenifica maravillosamente esa relación.
En este relato, Abrahán intercede por la ciudad de Sodoma, porque en ella vive su sobrino Lot. La ciudad será finalmente destruida, como castigo por la perversión de sus habitantes, pero entretanto, se muestra cómo el Señor escucha la oración de su amigo Abrahán.
El relato no puede ser más pintoresco ni más primitivo...

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