miércoles, 28 de enero de 2009

El Evangelio de hoy


Marcos 4. 1-20.

Otra vez comenzó Jesús a enseñar a la orilla del lago. Como se reunió una gran multitud, Jesús subió a una barca que había en el lago, y se sentó, mientras la gente se quedaba en la orilla. Entonces se puso a enseñarles muchas cosas por medio de parábolas.
En su enseñanza les decía: “Oigan esto: Un sembrador salió a sembrar. Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. Otra parte cayó entre las piedras, donde no había mucha tierra; esa semilla brotó pronto, porque la tierra no era muy honda; pero el sol, al salir, la quemó, y como no tenía raíz, se secó. Otra parte de la semilla cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, de modo que la semilla no dio grano. Pero otra parte cayó en buena tierra, y creció, dando una buena cosecha; algunas espigas dieron treinta granos por semilla, otras sesenta granos, y otras cien.”
Y añadió Jesús: “Los que tienen oídos, oigan.”
Después, cuando Jesús se quedó solo, los que estaban cerca de él junto con los doce discípulos le preguntaron qué quería decir aquella parábola. Les contestó: “A ustedes, Dios les da a conocer el secreto de su reino; pero a los que están afuera se les dice todo por medio de parábolas, para que por más que miren, no vean, y por más que oigan, no entiendan, para que no se vuelvan a Dios, y él no los perdone.”
Les dijo: “¿No entienden ustedes esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderán todas las demás? El que siembra la semilla representa al que anuncia el mensaje. Hay quienes son como la semilla que cayó en el camino: oyen el mensaje, pero después de oírlo viene Satanás y les quita el mensaje sembrado en su corazón. Otros son como la semilla sembrada entre las piedras: oyen el mensaje y lo reciben con gusto, pero como no tienen suficiente raíz, no se mantienen firmes; por eso, cuando por causa del mensaje sufren pruebas o persecución, pierden la fe. Otros son como la semilla sembrada entre espinos: oyen el mensaje, pero los negocios de la vida presente les preocupan demasiado, el amor por las riquezas los engaña, y quisieran poseer todas las cosas. Todo esto entra en ellos, y ahoga el mensaje y no lo deja dar fruto. Pero hay otros que oyen el mensaje y lo aceptan, y dan una buena cosecha, como la semilla sembrada en buena tierra. De esos, algunos rinden treinta, otros sesenta, y otros ciento por uno.”




Medito cada una de las situaciones de la siembra y pienso en mi vida.



¿Cuándo puedo decir que fui como semilla que caía en el borde del camino? …


¿En qué situaciones fui como semilla que cae entre piedras? …


¿Qué momentos de mi vida reflejan la semilla que cayó en la maleza?. …



Finalmente le presento al Señor aquellas cosas que me hacen sentirme feliz de ser su hijo y que se reflejan en semilla que cae en tierra buena.

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