lunes, 23 de julio de 2018

ASAMBLEA MUNDIAL: MENSAJE DEL CARDENAL KEVIN FARRELL, Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida


Prot. n. 2018/374-II/20 
Ciudad del Vaticano, 02 de julio de 2018 

Comunidad de Vida Cristiana – 17ª Asamblea Mundial Buenos Aires, 22-31 de julio de 2018 

Mensaje del Cardenal Kevin Farrell 
Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida 

Estimados amigos, 

Saludos cordiales a todos ustedes que se encuentran reunidos en Buenos Aires para la Decimoséptima Asamblea Mundial de la Comunidad de Vida Cristiana. Esta asamblea también pone punto final a un año de celebraciones en el marco del quincuagésimo aniversario de la Cuarta Asamblea Mundial. Esa fue la ocasión en que su asociación asumió su nombre actual y, por lo tanto, fue como un nuevo comienzo para ustedes en ese momento. 

Al seguir el carisma de San Ignacio de Loyola y con la guía de los Ejercicios Espirituales, ustedes buscan armonizar su fe con la vida cotidiana, y se ubican al servicio de las necesidades pastorales, sociales y culturales más urgentes en donde sea que vivan. Por lo tanto, me gustaría recordarles dos sencillos consejos que el Papa Francisco nos brindó en su Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate. 

El Papa nos recuerda que todo cristiano está llamado a vivir en unión con Cristo y que esto “puede implicar reproducir en la propia existencia distintos aspectos de la vida terrena de Jesús” (GE, 20). Ninguno de nosotros puede reproducir por sí mismo la infinita riqueza que emanó de la persona divina del Hijo de Dios, pero cada uno de nosotros está llamado a hacer presente, donde sea que vivamos, algún aspecto particular de la vida de Jesús como sus palabras llenas de verdad, su oración oculta, su cercanía con los pobres y los que sufren, su apostolado itinerante, etc. Por lo tanto, cada uno de ustedes debe preguntarse qué aspecto de la vida de Cristo puede hacer presente en el mundo actual. ¿Me llama el Señor a “encarnar a Cristo” en mi vida alzando la voz y siendo testigo de la Verdad? ¿Estoy llamado a hacerlo mediante la enseñanza y la catequesis; ayudando a los pobres; a través de la acción política; con una vida de oración y sacrificio; con la manera en que educo a mis hijos y me mantengo fiel a mi vocación de matrimonio? A cada uno de nosotros Dios nos brindó dones particulares y nos asignó lugares específicos. Las circunstancias concretas en las que vivimos nos guían para comprender nuestra misión. La oración juega un papel fundamental en este proceso de discernimiento. El Papa refiere al fundador de los Jesuitas cuando nos dice que “la contemplación de estos misterios, como señaló San Ignacio de Loyola, nos lleva a encarnarlos en nuestras opciones y actitudes” (ibid.) Es por esto que ustedes también deben ser guiados por “la contemplación de los misterios de Cristo” en su oración personal y comunitaria de manera de comprender la misión que el Señor les confía en la vida. 

Una segunda indicación que nos hace el Papa es la armonización de toda nuestra vida con la misión que Dios nos encomendó. Dice el Papa: “Pregúntale siempre al Espíritu qué espera Jesús de ti en cada momento de tu existencia y en cada opción que debas tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en tu propia misión” (GE, 23). Por lo tanto, siempre debemos escuchar al Espíritu para que cada actitud, cada decisión, cada actividad nuestra haga parte del panorama general de la “misión de vida” que nos ha sido asignada. Debemos reconocer que nuestras vidas pueden estar fragmentadas y sufrimos de cierta desintegración interna. Esto es porque algunas de nuestras actitudes y elecciones no están alineadas con nuestra identidad bautismal o con el llamado particular que hemos recibido de Dios. A todos nos afecta la mentalidad dominante, inestable, superficial y relativista. A veces podemos encontrarnos en algunos contextos “oficiales” en lo que vivimos plenamente en armonía con nuestra misión, pero en otros nuestra identidad cristiana y nuestro llamado a la santidad pueden parecer haber sido dejados de lado. Esto daña nuestra vida espiritual y debilita nuestro testimonio cristiano desde su interior. Gradualmente nos volvemos indiferentes, formalistas, desprovistos de pasión y verdadera motivación interior. Las palabras del Papa son muy útiles y nos invitan a hacernos dos sencillas preguntas: “¿qué espera Jesús de mí en todo momento?” y “¿qué lugar tienen mis elecciones en mi misión mayor?” Estas son preguntas sencillas pero importantes. Nos desafían a no vivir ausentes o con duplicidad de corazón, sino con conciencia y honestidad interior. Nuestro Padre que está en los Cielos desea que vivamos esa simplicidad, transparencia y profunda unidad interior que emanó de la persona de su Hijo, porque esto es una fuente de gran gozo y paz interior también para nosotros. 

Estimados amigos, espero sinceramente que su recorrido de aprendizaje, testimonio, acción y contemplación en la pequeña Comunidad de Vida Cristiana a la que pertenecen les esté ayudando a hacer de toda su vida un camino hacia la santidad. Que puedan ser “un mensaje que el Espíritu Santo toma desde la riqueza de Jesucristo y regala a su pueblo” (GE, 21). Encomiendo el trabajo de su congreso y el apostolado de la Comunidad de Vida Cristiana a la intercesión maternal de Nuestra Señora, y les refirmo mi cercanía en la oración y mi bendición. 

Kevin Card. Farrell 
Prefecto

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