Prot. n. 2018/374-II/20
Ciudad del Vaticano, 02 de julio de 2018
Comunidad de Vida Cristiana – 17ª Asamblea Mundial
Buenos Aires, 22-31 de julio de 2018
Mensaje del Cardenal Kevin Farrell
Prefecto del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida
Estimados amigos,
Saludos cordiales a todos ustedes que se encuentran reunidos en Buenos Aires
para la Decimoséptima Asamblea Mundial de la Comunidad de Vida Cristiana. Esta
asamblea también pone punto final a un año de celebraciones en el marco del
quincuagésimo aniversario de la Cuarta Asamblea Mundial. Esa fue la ocasión en que su
asociación asumió su nombre actual y, por lo tanto, fue como un nuevo comienzo para
ustedes en ese momento.
Al seguir el carisma de San Ignacio de Loyola y con la guía de los Ejercicios
Espirituales, ustedes buscan armonizar su fe con la vida cotidiana, y se ubican al servicio
de las necesidades pastorales, sociales y culturales más urgentes en donde sea que vivan.
Por lo tanto, me gustaría recordarles dos sencillos consejos que el Papa Francisco nos
brindó en su Exhortación Apostólica Gaudete et Exsultate.
El Papa nos recuerda que todo cristiano está llamado a vivir en unión con Cristo
y que esto “puede implicar reproducir en la propia existencia distintos aspectos de la vida
terrena de Jesús” (GE, 20). Ninguno de nosotros puede reproducir por sí mismo la infinita
riqueza que emanó de la persona divina del Hijo de Dios, pero cada uno de nosotros está
llamado a hacer presente, donde sea que vivamos, algún aspecto particular de la vida de
Jesús como sus palabras llenas de verdad, su oración oculta, su cercanía con los pobres y
los que sufren, su apostolado itinerante, etc. Por lo tanto, cada uno de ustedes debe
preguntarse qué aspecto de la vida de Cristo puede hacer presente en el mundo actual.
¿Me llama el Señor a “encarnar a Cristo” en mi vida alzando la voz y siendo testigo de la
Verdad? ¿Estoy llamado a hacerlo mediante la enseñanza y la catequesis; ayudando a los
pobres; a través de la acción política; con una vida de oración y sacrificio; con la manera
en que educo a mis hijos y me mantengo fiel a mi vocación de matrimonio? A cada uno
de nosotros Dios nos brindó dones particulares y nos asignó lugares específicos. Las
circunstancias concretas en las que vivimos nos guían para comprender nuestra misión.
La oración juega un papel fundamental en este proceso de discernimiento. El Papa refiere
al fundador de los Jesuitas cuando nos dice que “la contemplación de estos misterios,
como señaló San Ignacio de Loyola, nos lleva a encarnarlos en nuestras opciones y
actitudes” (ibid.) Es por esto que ustedes también deben ser guiados por “la
contemplación de los misterios de Cristo” en su oración personal y comunitaria de manera
de comprender la misión que el Señor les confía en la vida.
Una segunda indicación que nos hace el Papa es la armonización de toda nuestra
vida con la misión que Dios nos encomendó. Dice el Papa: “Pregúntale siempre al Espíritu
qué espera Jesús de ti en cada momento de tu existencia y en cada opción que debas
tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en tu propia misión” (GE, 23). Por lo tanto,
siempre debemos escuchar al Espíritu para que cada actitud, cada decisión, cada actividad
nuestra haga parte del panorama general de la “misión de vida” que nos ha sido asignada.
Debemos reconocer que nuestras vidas pueden estar fragmentadas y sufrimos de cierta
desintegración interna. Esto es porque algunas de nuestras actitudes y elecciones no están
alineadas con nuestra identidad bautismal o con el llamado particular que hemos recibido
de Dios. A todos nos afecta la mentalidad dominante, inestable, superficial y relativista.
A veces podemos encontrarnos en algunos contextos “oficiales” en lo que vivimos
plenamente en armonía con nuestra misión, pero en otros nuestra identidad cristiana y
nuestro llamado a la santidad pueden parecer haber sido dejados de lado. Esto daña
nuestra vida espiritual y debilita nuestro testimonio cristiano desde su interior.
Gradualmente nos volvemos indiferentes, formalistas, desprovistos de pasión y verdadera
motivación interior. Las palabras del Papa son muy útiles y nos invitan a hacernos dos
sencillas preguntas: “¿qué espera Jesús de mí en todo momento?” y “¿qué lugar tienen
mis elecciones en mi misión mayor?” Estas son preguntas sencillas pero importantes. Nos
desafían a no vivir ausentes o con duplicidad de corazón, sino con conciencia y honestidad
interior. Nuestro Padre que está en los Cielos desea que vivamos esa simplicidad,
transparencia y profunda unidad interior que emanó de la persona de su Hijo, porque esto
es una fuente de gran gozo y paz interior también para nosotros.
Estimados amigos, espero sinceramente que su recorrido de aprendizaje,
testimonio, acción y contemplación en la pequeña Comunidad de Vida Cristiana a la que
pertenecen les esté ayudando a hacer de toda su vida un camino hacia la santidad. Que
puedan ser “un mensaje que el Espíritu Santo toma desde la riqueza de Jesucristo y regala
a su pueblo” (GE, 21).
Encomiendo el trabajo de su congreso y el apostolado de la Comunidad de Vida
Cristiana a la intercesión maternal de Nuestra Señora, y les refirmo mi cercanía en la
oración y mi bendición.
Kevin Card. Farrell
Prefecto
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