domingo, 6 de julio de 2014

Pistas para la homilía por Jorge Humberto Peláez Piedrahita, S.J.



Constructores de paz y sembradores de esperanza
• Lecturas:
- Profeta Zacarías 9, 9-10
- Carta de san Pablo a los Romanos 8, 9. 11-13
- Mateo 11, 25-30
• Al leer detenidamente las lecturas de este domingo, encontramos en ellas un mensaje de optimismo y esperanza que contrasta fuertemente con los contenidos que nos transmiten los medios de comunicación, que se concentran en los aspectos negativos de la convivencia social. El continuo bombardeo de malas noticias nos agobia, convirtiéndonos en espectadores pasivos y desesperanzados.
• El profeta Zacarías anuncia al pueblo de Israel que llegará un líder diferente que, dejando a un lado las arrogancias del poder, instaurará un orden nuevo. Para los cristianos, que leemos el Antiguo Testamento desde la experiencia de Jesús resucitado, el profeta se refiere, con siglos de anticipación, a ese Jesús que entrará el Domingo de Ramos a la ciudad santa de Jerusalén.
• Pero lo más importante es lo que el profeta anuncia a continuación: /“Él hará desaparecer de la tierra de Efraín los carros de guerra y de Jerusalén, los caballos de combate. Romperá el arco del guerrero y anunciará la paz a las naciones/”.
• Estas palabras del profeta nos hacen reflexionar sobre la manera como han sido escritos los libros de historia, que muestran a los caudillos militares como los grandes protagonistas; lo lamentable de esa interpretación de los hechos es que se conserva la memoria de aquellos anti-héroes que han impuesto sus intereses políticos y económicos dejando incontables hogares destruidos y el sistema productivo arrasado.
• Este texto de Zacarías nos permite soñar con una manera diferente de escribir la historia de la humanidad, cuando sea posible que los grandes protagonistas sean los maestros que educan a los niños, los campesinos que trabajan la tierra, los científicos que buscan solucionar los grandes problemas de la pobreza, los empresarios honestos que generan empleo y riqueza para todos.
• Así como la guerra que nos desgarra es responsabilidad de todos porque hemos sido complacientes con las estructuras injustas de un país herido por las desigualdades, también depende de nosotros emprender con decisión el camino de la paz. Esa tarea nadie la va a hacer por nosotros; es responsabilidad de la sociedad civil. Una paz construida sin ingenuidades, con pragmatismo, con una firme voluntad de dejar a las generaciones venideras una nueva institucionalidad.
• Tenemos que superar el pesimismo que nos hace creer que es imposible dejar atrás la guerra que consume los recursos de nuestro país. Tenemos que atrevernos a apostar por la paz, poniendo todos los medios para alcanzarla.
• Este horizonte de paz y convivencia que traza el profeta Zacarías adquiere un tono de intimidad en las consoladoras palabras del Señor: /“Vengan a mí todos los que están fatigados y agobiados, y yo los aliviaré/”. Detrás de estas palabras de Jesús está el testimonio de su misión apostólica que consistió, precisamente, en devolver la esperanza a los desesperanzados, confortar a los que desfallecían, acoger a los que la sociedad excluía.
• Esta invitación del Señor sigue resonando, con igual vigor, a lo largo de los siglos, a través de la acción multiforme de la Iglesia con los dones y carismas que el Espíritu Santo concede a sus miembros para el bien común. La Iglesia continúa la tarea de Cristo de confortar y consolar a través de los sacramentos, de la proclamación de la Palabra, invitando a formar parte de los innumerables grupos y comunidades que florecen dentro de la Iglesia, y con sus instituciones que sirven a los más vulnerables.
• En este domingo en que las lecturas nos descubren un horizonte de esperanza y solidaridad con los que sufren, asumamos los compromisos que nos corresponden como discípulos del Señor. Con la gracia de Dios y con una firme decisión podremos hacer realidad esa paz que el profeta Zacarías anuncia a su pueblo; el Señor resucitado nos confía la tarea de tender las manos a los que sufren para mitigar su dolor y acompañarlos en su búsqueda de un mejor futuro. Seamos constructores de paz y sembradores de esperanza.
Jesuitas Colombia

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