lunes, 21 de julio de 2014

Algo para pensar y orar en esta semana


En los Evangelios leemos que Jesús y sus apóstoles se retiraban a menudo a un lugar tranquilo y oraban. Sus ministerios no parecían dejarles mucho tiempo para eso; pero si no se hubieran detenido con frecuencia para orar, podrían haberse vuelto desmotivados en sus actividades. El primer paso para llegar a ser un contemplativo en acción es éste: detenerse.

El detenerse te da la oportunidad para tomar una pausa y reconocer lo que has estado haciendo, ya sea en tu trabajo o en tu vida personal. No sólo ofrece el descanso necesario, sino que te ayuda a entrar en la siguiente etapa: La reflexión.


Jesús y sus apóstoles conversaban entre ellos sobre todo lo que hacían, luego oraban, meditaban y examinaban sus sentimientos y experiencias. El hecho de reflexionar sobre nuestras experiencias diarias, así como sobre las más importantes, nos ayuda a profundizar sus significados…


Luego los discípulos volvían a sus actividades, tal como nosotros debemos hacerlo. La clave de esta etapa es permitir que la reflexión y el tiempo en oración, nos indiquen cómo acercarnos a nuestros trabajos cuando volvemos a ellos. Quizás descubres que necesitas más descanso, o que debes enfocarte más en un aspecto particular de tu actividad. O que ella ha dejado de ser satisfactoria. O quizás descubres que deseas revitalizar tu trabajo.


La contemplación nos permite renovar nuestras vidas activas (trabajo, entretención, relaciones), de modo que lo que hacemos no nos desmotiva, sino que glorifica al Señor. Entonces el ciclo se repite. Tu actividad te lleva de nuevo a un tiempo de detenerse, descansar, reflexionar, y luego volver a tu actividad con mayor celo y propósito.

Andy Otto
Espacio Sagrado

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