CRÓNICA 1: El asfalto termina, la alegría resurge
Estamos en Mongo, en el centro del país. 500 kilómetros, una refinería de petróleo explotada por los chinos y millones de toneladas de arena nos separan de la capital N’Djamena. La carretera es un canto a una monotonía solo ultrajada por algunas montañas que culminan en enormes montones de piedras que parecen haber sido colocadas ahí por pequeños dioses traviesos que desde el cielo esperan el momento en que se derrumben sobre la gente.
Ha sido un viaje de 7 horas, algo menos de lo previsto. Los egipcios han acabado su parte de la carretera, la que comienza en N’Djamena; sin embargo, los chinos no han cumplido su parte del trato , con lo que aún faltan 100 km por asfaltar hasta Mongo...
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