Conviértete y cree en el Evangelio. Año tras año oigo la misma frase al comenzar la Cuaresma y año tras año surge la misma idea en mi cabeza: este año toca, este año me convierto del todo. Y a partir de ese momento empiezo a hacer grandes planes para las próximas semanas que siempre acaban igual. Año tras año me propongo ser más cariñoso con mis padres, rezar más, sonreír más a mis compañeros, ser más paciente; sin embargo por mucho empeño que le pongo, termino fracasando en mi meta por convertirme del todo. Me topo de bruces con mis miserias, con mis heridas y mis fracasos y me digo: "me rindo Señor, no soy capaz de convertirme"...
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