domingo, 17 de febrero de 2013

Encuentros con la Palabra por Hermann Rodríguez Osorio S.J. “(...) El Espíritu Santo lo llevó al desierto”



A nadie se le ocurre que una foto de una persona pueda equipararse a esa misma persona de carne y hueso. La foto nos muestra un momento fijo, quito, inmóvil de esa persona. Incluso, si la foto queda movida nos parece que quedó mala. Sabemos que la foto no es la persona, porque no está, como la vida misma, en movimiento. Sin embargo, a través de ella podemos conocer algunos rasgos de esa persona. Evidentemente, estos rasgos no son toda la persona, pero sí nos dan algunas pistas para saber cómo es. Incluso, sirviéndonos de la foto, podríamos llegar a reconocerla.
El texto evangélico de las tentaciones que nos presenta hoy san Lucas, es como una foto; inmóvil, quieta, fija, pero reveladora de un aspecto muy importante de la vida de Jesús. Nos muestra algunos rasgos de su rostro humano y divino, aunque no logra comunicarnos el movimiento de la vida real de Jesús de Nazaret, con respecto a las tentaciones. En general hay acuerdo entre los estudiosos de la Biblia que los pasajes evangélicos que hablan de las tentaciones, no se refieren a un momento aislado y separado de la existencia de Jesús. Se trata más bien de mostrar que Jesús sintió la experiencia de la tentación, compartiendo con esto nuestra condición humana, desde que tuvo conciencia, hasta el momento definitivo de su muerte en la cruz....

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