domingo, 10 de febrero de 2013



ISAÍAS 6, 1-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre su trono alto y excelso; la orla de su manto llenaba el templo. Y vi serafines en pie junto a él, y se gritaban uno a otro diciendo:
¡Santo, santo, santo
el Señor de los ejércitos,
la tierra está llena de su gloria!
Y temblaban las jambas de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo. Yo dije:
- ¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.
Y voló hacia mí uno de los serafines con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas, la aplicó a mi boca y me dijo:
- Mira: esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.
Entonces escuché la voz del Señor que decía:
- ¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?
Contesté:
- Aquí estoy; mándame.
El año 742 terminan los cuarenta años de reinado de Ozías, años de prosperidad. Se van a suceder tres reyes, Jotán, Ajaz y Ezequías, bajo los cuales, el reino de Judá va a ser infiel a Yahvé, y se va a enfrentar a la terrible amenaza de los asirios.
Isaías vive y profetiza durante estos reinados, fustigando...

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