Rafael Correa denuncia la "globalización inhumana y cruel" y agradece el "lenguaje profético" del Papa
"Hoy vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo", apuntó Bergoglio
(Jesús Bastante).- Francisco ya está en Ecuador. Minutos antes de las nueve y media de la noche hora española (14,29 local), el avión de Alitalia proveniente de Roma aterrizaba en el aeropuerto internacional"Mariscal Sucre" de Quito. En la escalerilla le esperaban el presidente Correa y los obispos ecuatorianos. Arranca la gira latinoamericana de Bergoglio, en la que el pontífice animó a los fieles a "garantizar un futuro mejor para todos", especialmente para los "más frágiles", así como a un "diálogo sin exclusiones".
Francisco fue recibido por docenas de niños ataviados con los trajes típicos del país, ondeando banderitas con las enseñas vaticana y ecuatoriana. Soplaba un fuerte viento en el aeropuerto, y nada más asomarse a la escalerilla, Bergoglio perdió su solideo.
La complicidad con Correa y su esposa fue total, con fuertes abrazos y risas entre los dos mandatarios: llega Francisco a su casa, Latinoamérica. Se notó en los primeros saludos improvisados a los niños, cogiéndose las ropas para no salir literalmente voladas por el vendaval. El "huracán Francisco", al menos en su primer momento, tuvo que lidiar con el viento, en un sentido literal.
Se veía a Francisco muy feliz, apenas sin rastro de cansancio en su rostro, pese al agotador viaje (más de 13 horas de vuelo). "Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina, y estar aquí en la hermosa tierra de Ecuador. Siento alegría y gratitud al ver esta calurosa bienvenida. Es una muestra más del carácter acogedor que tan bien define a la gente de esta noble nación", comenzó Francisco, respondiendo a un intenso discurso del presidente Correa. "Le agradezco, señor presidente, sus palabras. Le agradezco su consonancia con mi pensamiento. Me ha citado demasiado. Gracias".
"Hoy vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo", proclamó Francisco, quien añadió que, al igual que en tiempos remotos, "nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables". "Para esto, Señor Presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia", incidió.
"En Ecuador está el punto más cercano al espacio exterior: es el Chimborazo, llamado por eso al lugar más cercano al sol, a la luna y las estrellas", explicó Francisco. "Nosotros, los cristianos, identificamos a Jesucristo con el sol, y a la luna con la iglesia, la comunidad; nadie, excepto Jesús, tiene luz propia". E improvisando, añadió: "Y si la luna se esconde del sol, vuelve oscura. El sol es Jesucristo, y si la Iglesia se aparta o se esconde de Jesucristo se vuelve oscura y no da testimonio".
En su discurso, Rafael Correa subrayó la bienvenida al Papa "a nuestra América, a este tesoro de la patria grande llamada Ecuador, que le recibe con el corazón". "Ecuador es el ecocentro del planeta", indicó Correa. "Somos orgullosos de un mestizaje luminoso". "tierra de pensamiento y acciones revolucionarias de quienes, como usted, nos exasperamos contra las injusticias".
El presidente de Ecuador hizo una encendida defensa de la vida y de la familia, y bromeó sobre su nacionalidad. "Mi querida amiga Dilma Roussef dice que el Papa es argentino, pero Dios brasileño. Pero seguro que el paraíso es ecuatoriano. Bienvenido, su Santidad".
En un vibrante discurso, Correa señaló que "el gran pecado social de América es la injusticia. ¿Cómo podemos llamarnos el continente más cristiano del mundo siendo el más desigual?", apuntando, en palabras del Papa y de los obispos en Puebla que "la brecha entre ricos y pobres es un escándalo y un antitestimonio".
Correa, que calificó al Papa de "gigante moral", subrayó que "la pobreza no se eliminará con limosnas, sino con justicia", y agradeció a Bergoglio la publicación de Laudato Sí, que "denuncia con fuerza la inmigración" y la sacralización del poder económico y la propiedad privada. "Vivimos una globalización inhumana y cruel, totalmente en función del capital y no de los seres humanos. El orden mundial no solo es injusto, es inmoral."
El presidente concluyó su discurso agradeciendo a Bergoglio su presencia "en mi patria" y recordando a figuras como Romero, Leónidas Proñao o Hélder Cámara. "Ahora, esa Iglesia, nos da a usted, Francisco, el primer papa latinoamericano, con su lenguaje profético, que si alguien quisiera callar, gritarían hasta las piedras".
Texto original del Papa (sin improvisaciones)
Señor Presidente,
Distinguidas autoridades del Gobierno,
Hermanos en el Episcopado,
Señoras y señores, amigos todos
Doy gracias a Dios por haberme permitido volver a América Latina y estar hoy aquí con ustedes, en esta hermosa tierra del Ecuador. Siento alegría y gratitud al ver la calurosa bienvenida que me brindan: es una muestra más del carácter acogedor que tan bien define a las gentes de esta noble Nación.
Le agradezco, Señor Presidente, las amables palabras que me ha dirigido, a las que correspondo con mis mejores deseos para el ejercicio de su misión. Saludo cordialmente a las distinguidas Autoridades del Gobierno, a mis hermanos Obispos, a los fieles de la Iglesia en el país y a todos aquellos que me abren hoy las puertas de su corazón, de su hogar y de su Patria. A todos ustedes mi afecto y sincero reconocimiento.
He visitado Ecuador en distintas ocasiones por motivos pastorales; así también hoy, vengo como testigo de la misericordia de Dios y de la fe en Jesucristo. La misma fe que durante siglos ha modelado la identidad de este pueblo y dado tan buenos frutos, entre los que destacan figuras preclaras como Santa Mariana de Jesús, el santo hermano Miguel Febres, santa Narcisa de Jesús o la beata Mercedes de Jesús Molina, beatificada en Guayaquil hace treinta años durante la visita del Papa san Juan Pablo II. Ellos vivieron la fe con intensidad y entusiasmo, y practicando la misericordia contribuyeron, desde distintos ámbitos, a mejorar la sociedad ecuatoriana de su tiempo.
En el presente, también nosotros podemos encontrar en el Evangelio las claves que nos permitan afrontar los desafíos actuales, valorando las diferencias, fomentando el diálogo y la participación sin exclusiones, para que los logros en progreso y desarrollo que se están consiguiendo garanticen un futuro mejor para todos, poniendo una especial atención en nuestros hermanos más frágiles y en las minorías más vulnerables. Para esto, Señor Presidente, podrá contar siempre con el compromiso y la colaboración de la Iglesia.
Amigos todos, comienzo con ilusión y esperanza los días que tenemos por delante. En Ecuador está el punto más cercano al espacio exterior: es el Chimborazo, llamado por eso al lugar "más cercano al sol", a la luna y las estrellas. Nosotros, los cristianos, identificamos a Jesucristo con el sol, y a la luna con la iglesia, la comunidad; nadie, excepto Jesús, tiene luz propia. Que estos días se nos haga más evidente a todos la cercanía «del sol que nace de lo alto», y que seamos reflejo de su luz, de su amor.
Desde aquí quiero abrazar al Ecuador entero. Que desde la cima del Chimborazo, hasta las costas del Pacífico; desde la selva amazónica, hasta las Islas Galápagos, nunca pierdan la capacidad de dar gracias a Dios por lo que hizo y hace por ustedes, la capacidad de proteger lo pequeño y lo sencillo, de cuidar de sus niños y ancianos, de confiar en la juventud, y de maravillarse por la nobleza de su gente y la belleza singular de su País.
Que el Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, a quienes Ecuador ha sido Consagrado, derramen sobre ustedes su gracia y bendición. Muchas gracias.
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