Ha habido comentarios negativos sobre elInstrumentum laboris. Comparto la impresión de una cierta pobreza y en algunos puntos de un franco paso atrás. Sin embargo,hay también aspectos positivos. Quisiera subrayarlos.
El documento tiene la impronta pastoral del Papa Francisco. Los redactores parecen claramente influenciados por la solicitud del Papa por las personas concretas, por su situación de vida particular y por la obligada atención de las circunstancias que los agentes pastorales, desde obispos a catequistas, tienen que considerar al momento de desempeñar su misión. El tono, el modo respetuoso y comprensivo, la forma podríamos decir, augura que al momento de definir los contenidos la Iglesia avance. Así sucedió en el Vaticano II. Un estilo dialogante puede conducir a aprendizajes significativos.
Más importante aún es que nuevamente se advierte en los textos un cierto giro doctrinal en favor del respeto por las decisiones libres y en conciencia de las personas al momento orientar su vida sexual, afectiva y familiar. Los puntos de partida, el lugar en que se encuentran de hecho las personas, no son menos importantes que el ideal que la Iglesia les plantea. Mucho más se podría decir sobre este asunto tan complejo. Pero, a modo de ejemplo, la doctrina de Humanae vitae, aun manteniéndose, se nos repite quedebe ser interpretada en conciencia. Alguien pensará que esto es poco. Pero el desplazamiento del énfasis puede llegar a ser decisivo.
El documento, sobre todo, es felizmente novedoso en el asunto más complejo y el más importante. Si se leen con atención las secciones correspondientes (120–123), nos encontramos con que se nos ofrecen antecedentes plurales para dar o negar la comunión a los divorciados vueltos a casar. Así se prepara mejor la reunión del Sínodo de octubre próximo. Lo nuevo, empero, no es recordar el documento del Cardenal Ratzinger sobre esta materia o el del Pontificio Consejo para Textos legislativos. Estos deben remirarse ciertamente. Pero la demanda eclesial que trasunta el Instrumentun laboris es la de un Pueblo de Dios que quiere terminar con las exclusiones e integrar a todas las personas a la eucaristía. Cito el texto principal:
“De muchas partes se pide que la atención y acompañamiento de los divorciados vueltos a casar civilmente se orienten hacia una siempre mayor integración en la vida de la comunidad cristiana, teniendo cuenta del punto de partida de las diversidad de situaciones. Aun manteniéndose firme las sugerencias de Familiaris Consortio 84, han de ser repensadas la formas de exclusión actualmente practicadas en el campo litúrgico-pastoral, en el educativo y en el caritativo. Desde el momento que estos fieles no están fuera de la Iglesia, se propone reflexionar sobre la oportunidad de hacer caer estas exclusiones. Además, siempre para favorecer una integración mayor de ellos en la comunidad cristiana y dado el rol insustituible de los padres, es necesaria una atención específica a sus hijos en razón del preeminente interés de los menores” (121).
El texto acusa el influjo de posturas teológicas como la de la Iglesia alemana (cf. el notable Dossier alemán, www.centromanuellarrain.uc.cl). No se trata de ofrecer la comunión a los divorciados vueltos a casar como si nada hubiera ocurrido. Han de ponerse condiciones objetivas y reglamentar una readmisión (122-123). No solo porque la seriedad de la vida cristiana debe ser reconocida públicamente, sino también porque ha de cuidarse a las mismas personas que han fracaso en su vida. Ellas necesitan ser ayudadas para que hagan un proceso de auténtico crecimiento humano.
Considero que este planteamiento representa un paso adelante respecto delIntrumentum laboris anterior (2014), de la Relatio final e incluso de la Relatio previa recordada como la más audaz.
Jorge Costadoat sj
Cristianismo en Construcción
RD
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