lunes, 9 de marzo de 2015
PUNTOS PARA LA ORACIÓN con Carles Marcet S.J.
EVANGELIO según san Lucas 4,24-30:
En aquel tiempo, dijo Jesús al pueblo en la sinagoga de Nazaret: "Os aseguro que ningún profeta es bien mirado en su tierra. Os garantizo que en Israel había muchas viudas en tiempos de Elías, cuando estuvo cerrado el cielo tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en todo el país; sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, más que a una viuda de Sarepta, en el territorio de Sidón. Y muchos leprosos había en Israel en tiempos del profeta Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio."
Al oír esto, todos en la sinagoga se pusieron furiosos y, levantándose, lo empujaron fuera del pueblo hasta un barranco del monte en donde se alzaba su pueblo, con intención de despeñarlo. Pero Jesús se abrió paso entre ellos y se alejaba.
En el discurso que Jesús pronuncia en este fragmento del Evangelio de Lucas hace referencia a dos sucesos del Antiguo Testamento: la viuda de Sarepta y el leproso Naamán
Se trata de dos personas que fueron liberadas por la acción misericordiosa de Dios, a pesar de que ninguna de ellas pertenecía al pueblo escogido de Israel. Precisamente estas personas de fuera hallan el favor de Dios, mientras que otras personas de dentro del pueblo escogido, no lo hallan.
Con tales ejemplos, Jesús está lanzando a los judios que lo están escuchando un mensaje bien claro y directo, por más que no les va a agradar. En el fondo les está diciendo que el hecho de pertenecer al pueblo escogido por Dios, no les garantiza ningún seguro, ni les concede ningún privilegio especial. El pueblo de Israel es escogido para una misión, la de testificar las proezas y maravillas que Dios va a haciendo en el historia. Por eso, repito, no concede ningún privilegio.
Jesús está diciendo que Dios no elige a los mejores, sino al que quiere y por eso no tiene ningún sentido sentirse mejor o superior, por el hecho de pertenecer al pueblo de Israel, lo que si les confiere es una responsabilidad mayor.
Creo que eso hoy nos lo podríamos aplicar los cristianos. por el hecho de ser cristianos no podemos considerarnos con ning+un privilegio, ni sentirnos superiores o mejores que nadie. En cambio debemos sentir una responsabilidad mayor, la de testificar en el mundo el amor que Dios ha derramado sobre nosotros. Y eso solo se puede hacer amando y no presentándose al mundo con aires de superioridad, como aquellos que tienen la verdad exclusiva.
Logicamente las palabras de Jesús, inquietan y molestan a los piadosos judios que se creían los elegidos de Dios y los mejores. Por eso lo expulsan de la ciudad.
También nosotros tenemos el peligro de expulsar a Dios de nuestras vidas, cuando no nos ofrece ventahas, cuando no responde a nuestros deseos, tantas veces demasiado cortos, cuando intuimos unas misiones demasiado arriesgadas.
Por eso podrías preguntarte hoy en tu oración, si algo de esto también te pasa a tí.
Igualmente podrías considerar en tu oración, ¿cuál es la misión o la tarea que el señor te encomienda hoy? ¿Qué es aquello concreto que te invita a testificar y dónde? ¿Cómo puedes realizarla sin creerte por ello superior, sino simplemente agraciado con una gran y bonita tarea?
Carles MarcetCova de Sant Ignasi, en Manresa
Magis radio
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