Por fortuna, como dice el poeta Casaldáliga, al final del camino nos preguntarán si hemos vivido, si hemos amado. Y nosotros, sin decir nada, descubriremos nuestro corazón, ojalá que lleno de nombres. Así, si la vida es un concurso ganarían aquellos que más sirven y quienes más se entregan, aquellos que más aman a los que nadie más ama, aquellos que se ponen al servicio de los más pequeños y viven la vida desde esa intensidad, la de saber responder desde el agradecimiento. No hacen falta heroismos ni intentar convencer a nadie. Vayamos por la vida sin temor porque nuestro Juez nos ha amado primero y nos mira con los ojos de quien todo lo acoge en su amor.
Sergio Gadea, sj
pastoralsj
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