Lectura Misa del DÍa Domingo Enero 18 2015
II DOMINGO ORDINARIO
PRIMERA LECTURA
Samuel: 3, 3-10. 19
Habla, Señor, tu siervo escucha.La Iglesia hoy, como siempre, necesita profetas que sientan la fuerza de Dios para comunicar la Palabra a los hombres. Pero llevar la Palabra de Dios exige haberlo escuchado largos ratos con el corazón abierto, receptivo y disponible. Y eso es lo que hizo Dios Padre con el joven Samuel. Le llamó, suavemente, tanto, que no era fácil saber que aquella voz era la del Señor. Es lo que nos cuenta la primera lectura, del Libro Primero de Samuel. Aprendamos a reconocer las llamadas de Dios.
En aquellos días, el joven Samuel servía en el templo a las órdenes del sacerdote Elí. Una noche, estando Elí acostado en su habitación y Samuel en la suya, dentro del santuario donde se encontraba el arca de Dios, el Señor llamó a Samuel y éste respondió: "Aquí estoy". Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?". Respondió Elí: "Yo no te he llamado. Vuelve a acostarte". Samuel se fue a acostar. Volvió el Señor a llamarlo y él se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy ¿Para qué me llamaste?". Respondió Elí: "No te he llamado, hijo mío. Vuelve a acostarte". Aún no conocía Samuel al Señor, pues la palabra del Señor no le había sido revelada. Por tercera vez llamó el Señor a Samuel; éste se levantó, fue a donde estaba Elí y le dijo: "Aquí estoy. ¿Para qué me llamaste?".
Entonces comprendió Elí que era el Señor quien llamaba al joven y dijo a Samuel: "Ve a acostarte y si te llama alguien responde: 'Habla, Señor; tu siervo te escucha' ". Y Samuel se fue a acostar.
De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: "Samuel, Samuel". Este respondió: "Habla, Señor; tu siervo te escucha". Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía.
De nuevo el Señor se presentó y lo llamó como antes: "Samuel, Samuel". Este respondió: "Habla, Señor; tu siervo te escucha". Samuel creció y el Señor estaba con él. Y todo lo que el Señor le decía, se cumplía.
Palabra de Dios
SALMOEl salmo 39 es una acción de gracias desde el infortunio. A pesar de que el salmista refleja una difícil situación personal y colectiva no deja de agradecer a Dios todos los esfuerzos dirigidos a la salvación física y espiritual. Y es además el sacrificio del corazón, el mejor. Mucho más adecuado que los otros sacrificios rituales o de culto.
Del salmo 39
R/. Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.
Esperé en el Señor con gran confianza,
Él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
Él me puso en la boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.
Él se inclinó hacia mí y escuchó mis plegarias.
Él me puso en la boca un canto nuevo,
un himno a nuestro Dios. R/.
Sacrificios y ofrendas no quisiste,
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocaustos por la culpa,
así que dije: "Aquí estoy". R/.
abriste, en cambio, mis oídos a tu voz.
No exigiste holocaustos por la culpa,
así que dije: "Aquí estoy". R/.
En tus libros se me ordena
hacer tu voluntad;
esto es, Señor, lo que deseo:
tu ley en medio de mi corazón. R/.
hacer tu voluntad;
esto es, Señor, lo que deseo:
tu ley en medio de mi corazón. R/.
He anunciado tu justicia
en la gran asamblea;
no he cerrado mis labios,
tú lo sabes, Señor. R/.
en la gran asamblea;
no he cerrado mis labios,
tú lo sabes, Señor. R/.
SEGUNDA LECTURA
1 Ccorintios: 6, 13-15. 17-20
Los cuerpos de ustedes son miembros de Cristo.Tenemos que ofrecer nuestro cuerpo, nos dice Pablo en la segunda lectura –primera carta a los Corintos--, pues por medio de él podremos llevar nuestros servicios al necesitado, al enfermo, al anciano, al solo. Y, además, respetarnos a nosotros mismos en cuerpo y en alma.
Hermanos: El cuerpo no es para fornicar, sino para servir al Señor; y el Señor, para santificar el cuerpo. Dios resucitó al Señor y nos resucitará también a nosotros con su poder. ¿No saben ustedes que sus cuerpos son miembros de Cristo? Y el que se une al Señor, se hace un solo espíritu con Él. Huyan, por lo tanto, de la fornicación. Cualquier otro pecado que corneta una persona, queda fuera de su cuerpo; pero el que fornica, peca contra su propio cuerpo. ¿O es que no saben ustedes que su cuerpo es templo del Espíritu Santo, que han recibido de Dios y habita en ustedes? No son ustedes sus propios dueños, porque Dios los ha comprado a un precio muy caro. Glorifiquen, pues, a Dios con el cuerpo.
Palabra de Dios
EVANGELIO
San Juan: 1, 35-42
San Juan: 1, 35-42
Vieron dónde vivía y se quedaron con Él.Vamos a quedar sorprendidos al ver hoy a Cristo, Paseando por la calle como uno más. Y como nos cuenta Juan en su evangelio preguntaremos al Señor que donde vive y pasaremos toda la tarde con Él. Y es que viene hoy –y siempre-- a nuestro encuentro, nos invita y nos dice: si queréis ver dónde vivo, venid y lo veréis.
En aquel tiempo, estaba Juan el Bautista con dos de sus discípulos, y fijando los ojos en Jesús, que pasaba, dijo: "Este es el Cordero de Dios". Los dos discípulos, al oír estas palabras, siguieron a Jesús. Él se volvió hacia ellos, y viendo que lo seguían, les preguntó: "¿Qué buscan?". Ellos le contestaron: "¿Dónde vives, Rabí?". (Rabí significa "maestro"). Él les dijo: "Vengan a ver". Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con Él ese día. Eran como las cuatro de la tarde. Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que oyeron lo que Juan el Bautista decía y siguieron a Jesús. El primero a quien encontró Andrés fue a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías" (que quiere decir "el Ungido"). Lo llevó a donde estaba Jesús y éste, fijando en él la mirada, le dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan. Tú te llamarás Kefás" (que significa Pedro, es decir, "roca").
Palabra del Señor
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