Existe un poema que se canta en la lengua de los indios cherokees de los Estados Unidos y que dice así: “Un hombre susurró: «Dios, habla conmigo». Y un ruiseñor comenzó a cantar, pero el hombre no oyó. Entonces el hombre repitió: «Dios, habla conmigo». Y el eco de un trueno se oyó. Pero el hombre fue incapaz de oír. El hombre miró alrededor y dijo: «Dios, déjame verte». Y una estrella brilló en el cielo. Pero el hombre no la vio. El hombre comenzó a gritar: «Dios, muéstrame un milagro». Y un niño nació. Pero el hombre no sintió el latir de la vida. Entonces el hombre comenzó a llorar y a desesperarse: «Dios, tócame y déjame saber que estás aquí conmigo...» Y una mariposa se posó suavemente en su hombro. El hombre espantó la mariposa con la mano y, desilusionado, continuó su camino, triste, solo y con miedo”...
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