ÉXODO 3, 1-15
Pastoreaba Moisés el rebaño de su suegro Jetró, sacerdote de Madián; llevó el rebaño trashumando por el desierto hasta llegar a Horeb, el monte de Dios. El ángel del Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas. Moisés se fijó: la zarza ardía sin consumirse. Moisés se dijo:
- Voy a acercarme a ver este espectáculo admirable, a ver cómo no se quema la zarza.
Viendo el Señor que Moisés se acercaba a mirar, lo llamó desde la zarza:
- Moisés, Moisés.
Respondió él:
- Aquí estoy.
Dijo Dios:
- No te acerques; quítate las sandalias de los pies, pues el sitio que pisas es terreno sagrado...
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