miércoles, 6 de enero de 2016

Los Jesuitas: Ignacio nos fundó y Arrupe nos renovó (II) por Román Espada sj


Renovación con fidelidad creativa


"La nueva renovación tomará cuerpo visible en la propuesta concreta de la Congregación General 36"



(Román Espada sj).- Hace unos años, siendo el P. Pedro Arrupe nuestro Superior General, un grupo de jesuitas, enfermos de miopía histórica y disgustados con el modo y con el contenido de la renovación de la vida y obra de los jesuitas, liderada por el P. Arrupe, según el Vaticano II y las Congregaciones Generales 31 (1965-66) y 32 (1974), orquestaron, ayudados por algunos obispos, portadores del mismo virus letal, una campaña de refundar la "verdadera" Compañía de Jesús a su imagen y semejanza (Ver Gianni La Bella (ed.), La Crisis del Cambio, pp. 843-911, en Pedro Arrupe: General de la Compa- ñía de Jesús).
Se llamaron "jesuitas en fidelidad". Podemos preguntarnos: en fidelidad, ¿a qué y a quién? Veamos la otra manera de ser jesuitas en fidelidad: la de Ignacio y sus primeros compañeros, continuada históricamente hasta el P. Adolfo Nicolás, nuestro actual Superior General que liderea la nueva renovación de la vida y obra de los jesuitas, con fidelidad creativa:
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a) Al Jesús de los Evangelios, expresado por Ignacio en los Ejercicios Espirituales,
b) A la Iglesia de Jesús, especialmente como aparece en el Concilio Vati- cano II y en la propuesta de nuestro hermano Francisco,
c) Al carisma fundacional (Ignacio y los primeros compañeros),
d) A nuestra historia ignaciana (1540-2015), y
e) A nuestra realidad actual ("personas, circunstancias y lugares").
Nueva renovación que tomará cuerpo visible en la propuesta concreta de la Congregación General 36 (2-10-2016) a toda la Compañía de Jesús y a cada jesuita.
De nuevo acudimos a la sabiduría histórica e ignaciana del P. John O'Malley, S.J. para acercarnos al proceso histórico de fundación y de re- novación experimentado por la Compañía de Jesús a lo largo de sus casi cinco siglos (1540-2015) de existencia histórica.
En el Epílogo ("Mirando al pasado y al futuro") de su Historia de los Jesuitas, O'Malley sintetiza esa larga y compleja historia como movida por un continuo proceso de "adaptación a las personas, lugares y circunstancias" con cuatro etapas fundacionales más señaladas:
1) "La primera fundación. En 1540, los primeros compañeros (Ignacio. Javier, Fabro, Laínez...) se vincularon entre sí de forma permanente como miembros de una orden religiosa reconocida oficialmente por la Iglesia. De un grupo de diez amigos ("amigos en el Señor"), habían pasado a convertirse, a la muerte de Ignacio (1556), en un grupo cien veces más numeroso.
2) "La segunda fundación. En torno a 1550, Ignacio, tras consultar a sus compañeros, dio el paso decisivo de comprometer a la Compañía con la formación académica reglada (los colegios) como su ministerio prioritario.
"Fue una decisión de enorme importancia para el futuro de la Compañía de Jesús. La idea original de un grupo de misioneros y predicadores itinerantes tuvo que ser modificada para incluir en la definición de la Compañía a los maestros y profesores con residencia fija.
"Además, la decisión de Ignacio produjo un cambio profundo en la cultura de la Compañía, puesto que hubo jesuitas especialistas en cualesquiera ramas del conocimiento y formas culturales, incluidos el teatro, la música y la danza.
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3) "La tercera fundación. En virtud del breve papal, Dominus ac Redemptor ("...para la paz de la Iglesia"), del 21 de julio de 1773, la Compañía dejó de existir.
"Cuarenta y un año más tarde, y por obra de una bula pontificia, la Sollicitudo omnium ecclesiarum, del 7 de agosto de 1814, la Compañía de Jesús fue restablecida (restaurada), como parte de una oleada de restauraciones conservadoras. La forma en que la Compañía se entendía a sí misma comenzó a reflejar tal hecho.
"En su identidad esencial, era la misma Compañía que antes de la supresión; pero su mentalidad cultural, política e incluso religiosa era reflejo de la restauración dominante en el catolicismo de aquel período.
4) "La cuarta fundación". Dos importantes factores:
a. Una comprensión de la primitiva Compañía y sus documentos normativos(Formula de vivir y Constituciones) de una manera más flexible y menos moralista que la que había imperado desde su restauración en 1814.
b. Aplicar los ideales y la visión del Concilio Vaticano II, dio a la Compañía el mandato de promover la comprensión y el diálogo entre personas de todas las religiones, tuvo en cuenta los grandes cambios culturales que se habían producido desde su restauración en 1814...
"Resulta evidente que la Compañía está evolucionando hoy hacia nuevas formas en un mundo que parece estar evolucionando de un modo incluso más veloz" (pp. 151-153).
En este momento:
a) de nuestra Iglesia: clericalismo, patriarcalismo y paternalismo, legalismo y burocratismo, secretismo, autoritarismo, dogmatismo, verticalismo, eurocentrismo, resistencia a las propuestas reformadoras del Papa Francisco, con muchos cristianos y cristianas queriendo vivir y obrar según el Evangelio...
b) de nuestra historia jesuítica, especialmente la vivida durante estos úl- timos, complejos y difíciles, cincuenta años (1965-2015): grandes y profundos cambios (educativos, pastorales, organizativos, vivenciales...), conflictos internos y externos ("jesuitas en fidelidad", intervención papal de Juan Pablo II, jesuitas asesinados y perseguidos...);
c) de la actual situación mundial: posmodernidad, globalización, migra-
ciones masivas, fundamentalismos y terrorismos, pobreza, miseria y 3
hambre, la degradación humana acumulada en África, conflictividad política, narco cultura, sexualismo, lo femenino, las comunicaciones verticales y la comunicación dialógica, escolaridad convencional y edu- cación liberadora, crisis ecológica y cumbres ecológicas...; y
d) de la propuesta evangelizadora y ecosocial de nuestro hermano Francisco: alegría y esperanza existenciales, humanización fraterna, casa común...
parece válido y deseable preguntarnos con esperanzada profundidad y con mirada larga y tierna de jirafa, según nos ha propuesto el P. Adolfo Nicolás:
¿Cómo reflejará, expresará y participará nuestra Congregación General 36 en la evolución creadora y transformadora que la Iglesia, nuestro mundo y los jesuitas estamos experimentando y viviendo actualmente?
¿Podremos desear, siguiendo al P. O'Malley, que la Congregación General 36, con fidelidad creativa al carisma fundacional, a nuestra historia ignaciana y a nuestra realidad actual ("personas, circunstancias y lugares"), nos proponga a los jesuitas de hoy una nueva y radical renovación (fundación) de la Compañía de Jesús, de la Curia Generalicia, de cada Provincia y Asistencia, de la vida y obra de cada jesuita, de cada comunidad, de cada obra apostólica?

RD


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