“¿Estás listo para la Navidad?” me preguntó una persona que veo en la estación del tren todas las mañanas. Pensé de inmediato en la larga lista de regalos que necesitaba comprar, en el calendario lleno de ceremonias y fiestas, y sacudí mi cabeza. “Apenas”, le contesté, y ambos soltamos la carcajada…
En el viaje en tren hacia el centro, apagué mi iPod y dejé que mi mente reflexionara sobre esa pregunta “¿Estoy listo para la Navidad?” Esta vez pensé en el significado de esta Fiesta: el Hijo de Dios llegando a la tierra, a vivir con nosotras y nosotros, y a mostrarnos el camino hacia la vida eterna. Nuevamente sacudí mi cabeza y me dije: “Apenas”.
Fue entonces que me prometí aprovechar cada oportunidad que tuviera, para preparar mi corazón a la llegada del Cristo Niño a este mundo – el mundo en que tú y yo vivimos.
Lo que descubrí es que si sabemos para qué nos preparamos, todo lo que encontremos en el tiempo antes de Navidad puede prepararnos para la llegada de Cristo; no sólo a Belén hace dos mil años, sino que también a nuestros hogares, nuestras familias, nuestros lugares de trabajo y nuestras comunidades. Las distracciones usuales de Navidad pueden convertirse en momentos sagrados, cuando encontremos a Cristo Niño entre nosotros.
El tener esta actitud y perspectiva sobre esta fecha, ayudará a ti y a tu familia a evitar los excesos que convierten a la preparación de la Navidad en un tiempo acelerado, agotador y frustrante. Como decía el teólogo John Shea: “La tarea parece ser la de aprender la delicada forma de conseguir que las costumbres y tradiciones navideñas sirvan al Espíritu”.
Observa las demandantes actividades de Diciembre con nuevos ojos, ojos que esperan poder encontrar a Dios en cada momento de estos días de esperanza.
Tom McGrath
Espacio Sagrado
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