El influyente sacerdote jesuita, instalado en Roma, afirma que detrás de la crisis de la iglesia chilena está el clericalismo, que "está en la base del autoritarismo en todas sus manifestaciones, como abuso de poder, abuso sexual y de conciencia".
Marcelo Gidi, abogado y sacerdote jesuita, ejerce como académico en la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, donde se doctoró en Derecho Canónico.
Se le reconoce como un sacerdote influyente y estando en Chile le tocó desempeñar roles fundamentales, como cuando ofició de promotor de justicia en la investigación del sacerdote Cristián Precht por abusos sexuales.
Instalado en Roma, Gidi afirma que, con la citación a los obispos chilenos, el Papa Francisco no sólo quiere resolver específicamente los problemas de la iglesia local, sino que “a partir de eso quiere entregar algunas señales con las cuales en adelante se tiene que seguir actuando en esto que el Papa llama ‘tolerancia cero’ con los sacerdotes que puedan cometer este tipo de delitos, y con los superiores que se tienen que hacer cargo de estos hechos”.
—¿Es esta una novedad en cómo la iglesia ha tratado estos casos? El comunicado del fin de semana habla de encubrimiento y graves omisiones.
—Las graves omisiones ya fueron tratadas en la carta que Benedicto XVI envió a la iglesia de Irlanda, después de la cual ellos vienen a Roma. Pero ahí se habla de una falta suficiente para aplicar con diligencia las normas existentes en la iglesia Católica. Lo que se agrega aquí de nuevo es que el Papa está señalando esta situación de encubrimiento, porque él habla de encubrimiento y omisiones, y ambas se pueden dirigir u orientar a lo que el Papa ha establecido en una normativa nueva de la Iglesia en este sentido, donde habla que la negligencia de los obispos al tratar este tipo de situaciones es causa grave para que ellos puedan ser removidos de sus cargos. Ahora, para llegar a esa remoción tiene que haber un proceso judicial, que aquí no ha habido. Simplemente el Papa está señalando que hay omisiones y encubrimientos por esta información que él recibió por parte de las personas que él envió. Esto es bien fuerte.
—Da cuenta de que el Papa ya llegó a esa convicción.
—Sí, él llegó a esa convicción personal que va a comunicar para ir viendo las causas y soluciones que ha citado a la iglesia chilena. Pero el comunicado hace mención también a algo bastante importante, que es que él llegó a estas convicciones no sólo por el informe de monseñor Scicluna, sino también por testimonios orales y escritos que le han llegado directamente. Son dos las fuentes que él tiene para rectificar esa comprensión equivocada que él reconoce haber tenido en esta situación puntual. Pero hay que interpretarlo como una situación puntual ni de la iglesia de Santiago o de Osorno, sino de la iglesia chilena que tiene como víctimas a personas abusadas sexualmente pero también abusadas pastoralmente.
—¿Cómo ve las señales por parte de los obispos desde que fueron convocados por el Papa? La última señal que vimos fue el comunicado que publicaron el 10 de mayo, antes de viajar, en el que vuelven a decir que les duelen y avergüenzan los casos de abusos, pero no se habla de responsabilidades en un encubrimiento o en las omisiones hacia las víctimas. Hay una diferencia con la Santa Sede respecto de los énfasis.
—Primero, creo que el episcopado chileno se ha mostrado en esta oportunidad bastante humilde. El primer estadio de esta conversión a la cual el Papa los está invitando es decir que primero hay que mirar a quienes hemos dañado, entonces pedimos perdón. Pero creo que la reunión de Roma es para eso, es para ver cuál es la responsabilidad del cuerpo episcopal y de cada uno de los obispos en esto que ha ocurrido en Chile en los últimos años. Por eso personalmente me ha incomodado que muchos digan que vienen alegres, porque esta no es una visita protocolar ni de turismo. Es una visita de gobierno con la cual el Papa quiere reformular el modo de ser iglesia. Y si uno lee lo que el Papa está echando de menos, el discurso que él compartió con los obispos en la Catedral, es que la iglesia chilena no sea profética. Se apagó el fuego profético de la iglesia chilena, eso se lo dijo a los obispos en la Catedral. Y ese sería el fundamento de que vengan todos, no sólo los obispos involucrados en esta situación específica.
—En ese sentido, ¿por qué era necesario que estuviera monseñor Francisco Javier Errázuriz en Roma?
—Porque el citó a todos los obispos de la iglesia chilena.
—¿Era entendible que en principio no fuera?
—Era inentendible que haya dicho que no venía, porque si el Papa lo cita, es una invitación, pero cuando se rechaza una invitación…. Pero quedémonos con que vino. Va a estar todo el episcopado chileno.
“El Papa no va a nombrar obispos en estos días”
—¿Qué podemos esperar? El comunicado del fin de semana habla de “cambios adecuados y duraderos” que impidan que estos “actos siempre reprobables” se repitan. ¿Debemos tener expectativas altas?
—Ya hay expectativas altas, y es complicado porque las expectativas son necesarias. Pero si no las sabemos ubicar, vamos a empezar a sentirnos desilusionados innecesariamente. El Papa no va a nombrar obispos en estos días, sino lo que él dice es que “voy a tratar de entender y con ustedes vamos a encontrar los cambios que haya que hacer”, adecuados y duraderos. Hay varias diócesis de Chile que o no tienen obispo o sus obispos ya renunciaron, pero se les mantuvo en el cargo. Va a haber cambios de obispos titulares. ¿Pero qué va a pasar con los obispos titulares que no tienen la edad de jubilarse? Van a haber cambios pero no van a salir estos días. Pero más allá del cambio de personas, lo que tiene que haber es un cambio de personalidad de los obispos. ¿Cómo estamos comprendiendo cuando asumimos el cargo de obispo? Si lo veo como un cargo de autoridad, pertenecer a una elite de la iglesia, estamos totalmente equivocados con el modo de ser parte del pueblo de Dios. No sacamos nada con tener nombres nuevos (de obispos) con mentalidades viejas.
—Se tienen que cumplir las dos condiciones: Caras nuevas y personalidad nueva.
—Sí, si no, no van a ser decisiones duraderas y dentro de poco tendremos situaciones ambiguas nuevamente. Porque ese es el gran problema: hay pastores que la feligresía no los siente cercanos ni comprensivos, como que son obispos que buscan el mundo ideal dejando de mirar el mundo real, que es el que hay que evangelizar. Tiene que haber cambios de personas, y los que van a seguir tienen que asumir un nuevo modo, que el Papa desde los inicios está invitando. Es bien dura la parte de la carta en que dice que restablecer la confianza de la iglesia pasa por encontrar buenos pastores, eso es muy duro. El busca buenos pastores entre los que están y los que llegarán, no administradores ni gerentes de la iglesia, ni vigilantes del mundo ideal.
—En particular, ¿se pueden esperar cambios en Osorno, Linares y Talca?
—No sabría responderte, pero uno dice lo más seguro es que el obispo de Osorno se cambie, principalmente porque él ha visto gravemente disminuida la capacidad de acompañar a su feligresía. Él no puede. Entonces ante esa situación, es mejor cambiarlo.
—Ud. habla de obispos gerentes, administradores… ¿Por qué la iglesia chilena llegó al estado actual?
—El Papa, en la Catedral, le dijo a los obispos que a él le preocupaba mucho la formación de los futuros sacerdotes, cuando era determinada por un modelo de sacerdote clericalista. Si bien puede ser una cosa amplia, el clericalismo está en la base del autoritarismo en todas sus manifestaciones, como abuso de poder, abuso sexual y de conciencia. El clericalismo es esa experiencia de decir “soy tan especial, que a mí nadie me juzga y yo no le rindo cuentas a nadie porque soy el elegido.. A partir de eso, lo que yo digo es lo que hay que hacer, porque tengo la condición sagrada para que ustedes me hagan caso”. El Papa critica mucho cuando los pastores no escuchan ni respetan a su feligresía, y por eso la feligresía no los siente sus pastores, porque nadie quiere ser guiado por alguien que no me respeta. Aquí ha pasado eso. El Papa con sus buenas palabras les señaló esta idea de volver a escuchar a los laicos, de abandonar cualquier tentación de clericalismo, de que el sacerdote no es el dueño de la parroquia, sino un servidor. Esta es una de las razones, pero hay muchas otras cosas que han llevado al abuso sexual, que es una degeneración de la sexualidad de la persona, una enfermedad.
—¿Cómo lee la presencia del sacerdote jesuita Germán Arana en Roma?
—Él no va a participar de las reuniones, no es obispo. El único que va a participar y que no es obispo de la iglesia chilena, es Marc Ouellet (Prefecto de la Congregación para los Obispos). Yo creo que el padre Germán Arana estará acompañando, sosteniendo a monseñor Barros, con el cual estuvo estas últimas dos semanas en Madrid y ahora estará sosteniéndolo acá. No tengo más información.
—¿No hace ruido que él esté ahí?
—No sé, que esté acá… también se dice que estuvo en la elaboración del informe en Malta. Veamos qué va a ocurrir con esa presencia para que también se clarifique, es bueno que después se sepa, dentro de lo posible, cómo fue que el Papa estuvo mal informado o no se le entregaron los criterios correctos para que él pudiera sacar sus conclusiones de la situación de Chile, que va más allá de monseñor Barros.
M- Eugenia Fernández G.
La Tercera
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