"No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, son quienes aman a Dios"
Más de cien mil personas a la canonización de la religiosa albanesa, "modelo de santidad" para el voluntariado
(Jesús Bastante).- "Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión". El Papa Francisco canonizó esta mañana, ante más de cien mil personas, a la madre Teresa de Calcuta. "Seguiremos llamandola madre Teresa", proclamó Bergoglio, sabedor de que se trata de una santa "muy cercana a todos".
Desde las 10,40 horas, santa Teresa. El Papa Francisco, respondiendo a la petición formulada por el cardenal Angelo Amato, respondía: "declaramos y definimos Santa a la Beata Teresa de Calcuta y la inscribimos en el Libro de los Santos, decretando que en toda la Iglesia ella sea venerada entre los Santos".
El relicario donde reposan sus reliquias es una cruz de maderas provenientes de distintos rincones del mundo, donde el sufrimiento es más cruel en neustros días: desde las pateras a los slums de la India.
Un ejemplo más de la riqueza de la fundadora de las Misioneras de la Caridad.Su festividad ha sido establecida el 5 de septiembre, fecha en la que, mañana hará 19 años, la religiosa albanesa dejó este mundo, tras 87 años de trabajo por los más pobres de entre los pobres.
Junto a Francisco, concelebran 70 cardenales, 400 obispos y 1.700 sacerdotes. La delegación española, encabezada por la reina Sofía, está compuesta por la presidenta del Congreso, Ana Pastor, el ministro de Asuntos Exteriores en funciones, José Manuel García Margallo, y el secretario de Estado para la Unión Europea en funciones,Fernando Eguidazu.
La plaza está, sencillamente, abarrotada. En un lugar destacado, cerca de 1.500 pobres, que asisten, invitados por las Misioneras de la Caridad, a la canonización de Madre Teresa, y que después almorzarán, por deseo del Papa, en el Aula Pablo VI.
En su homilía, el Papa recordó cómo "a Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver ". Y es que, como hizo la santa de Calcuta, "cada vez que nos hemos inclinado ante las necesidades de los hermanos, hemos dado de comer y de beber a Jesús; hemos vestido, ayudado y visitado al Hijo de Dios".
"No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios" proclamó Bergoglio, quien como hiciera ayer agradeció a los voluntarios cristianos por su "vocación a la caridad". "Vosotros sois esa gente que sigue al Maestro y que hace visible su amor concreto hacia cada persona".
"Cuántos corazones confortan los voluntarios. Cuántas manos sostienen; cuántas lágrimas secan; cuánto amor derramo en el servicio escondido, humilde y desinteresado. Este loable servicio da voz a la fe y expresa la misericordia del Padre que está cerca de quien pasa necesidad", apuntó el Papa, quien recordó que el seguimiento de Jesús "requiere radicalidad y esfuerzo para reconocer al divino Maestro en los más pobres y ponerse a su servicio".
"Igual que el Señor ha venido a mi encuentro y se ha inclinado sobre mí en el momento de necesidad, así también yo salgo al encuentro de él y me inclino sobre quienes han perdido la fe o viven como si Dios no existiera, sobre los jóvenes sin valores e ideales, sobre las familias en crisis, sobre los enfermos y los encarcelados, sobre los refugiados e inmigrantes, sobre los débiles e indefensos en el cuerpo y en el espíritu, sobre los menores abandonados a sí mismos, como también sobre los ancianos dejados solos.Dondequiera que haya una mano extendida que pide ayuda para ponerse en pie, allí debe estar nuestra presencia y la presencia de la Iglesia que sostiene y da esperanza", añadió.
Mediada la homilía, Bergoglio recordó cómo "Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada".
Una mujer comprometida "en la defensa de la vida proclamando incesantemente que «el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre»", que "se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos".
"Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres. Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de santidad".
"Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión", culminó el Papa, quien añadió que, viviendo como Teresa, "abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura".
Fórmula de la canonización de Teresa de Calcuta que pronunció el Papa Francisco:
«En honor de la Santísima e Indivisible Trinidad, para exaltación de la Fe católica y el incremento de la vida cristiana, con la autoridad de Nuestro Señor Jesucristo, de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, y la Nuestra, después de la debida reflexión y la oración frecuente implorando la asistencia divina, y después de haber oído el parecer de muchos de nuestros hermanos en el episcopado, declaramos y definimos Santaa la Beata Teresa de Calcutay la inscribimos en el Libro de los Santos, decretando que en toda la Iglesia ella sea venerada entre los Santos. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo».
Homilía del Papa Francisco:
«¿Quién comprende lo que Dios quiere?» (Sb 9,13). Este interrogante del libro de la Sabiduría, que hemos escuchado en la primera lectura, nos presenta nuestra vida como un misterio, cuya clave de interpretación no poseemos. Los protagonistas de la historia son siempre dos: por un lado, Dios, y por otro, los hombres. Nuestra tarea es la de escuchar la llamada de Dios y luego aceptar su voluntad. Pero para cumplirla sin vacilación debemos ponernos esta pregunta. ¿Cuál es la voluntad de Dios en mi vida?
La respuesta la encontramos en el mismo texto sapiencial: «Los hombres aprendieron lo que te agrada» (v. 18). Para reconocer la llamada de Dios, debemos preguntarnos y comprender qué es lo que le gusta. En muchas ocasiones, los profetas anunciaron lo que le agrada al Señor. Su mensaje encuentra una síntesis admirable en la expresión: «Misericordia quiero y no sacrificios» (Os 6,6; Mt 9,13). A Dios le agrada toda obra de misericordia, porque en el hermano que ayudamos reconocemos el rostro de Dios que nadie puede ver (cf. Jn 1,18). Cada vez que nos hemos inclinado ante las necesidades de los hermanos, hemos dado de comer y de beber a Jesús; hemos vestido, ayudado y visitado al Hijo de Dios (cf. Mt 25,40).
Estamos llamados a concretar en la realidad lo que invocamos en la oración y profesamos en la fe. No hay alternativa a la caridad: quienes se ponen al servicio de los hermanos, aunque no lo sepan, son quienes aman a Dios (cf. 1 Jn 3,16-18; St 2,14-18). Sin embargo, la vida cristiana no es una simple ayuda que se presta en un momento de necesidad. Si fuera así, sería sin duda un hermoso sentimiento de humana solidaridad que produce un beneficio inmediato, pero sería estéril porque no tiene raíz. Por el contrario, el compromiso que el Señor pide es el de una vocación a la caridad con la que cada discípulo de Cristo lo sirve con su propia vida, para crecer cada día en el amor.
Hemos escuchado en el Evangelio que «mucha gente acompañaba a Jesús» (Lc 14,25). Hoy aquella «gente» está representada por el amplio mundo del voluntariado, presente aquí con ocasión del Jubileo de la Misericordia. Vosotros sois esa gente que sigue al Maestro y que hace visible su amor concreto hacia cada persona. Os repito las palabras del apóstol Pablo: «He experimentado gran gozo y consuelo por tu amor, ya que, gracias a ti, los corazones de los creyentes han encontrado alivio» (Flm 1,7). Cuántos corazones confortan los voluntarios. Cuántas manos sostienen; cuántas lágrimas secan; cuánto amor derramo en el servicio escondido, humilde y desinteresado. Este loable servicio da voz a la fe y expresa la misericordia del Padre que está cerca de quien pasa necesidad.
El seguimiento de Jesús es un compromiso serio y al mismo tiempo gozoso; requiere radicalidad y esfuerzo para reconocer al divino Maestro en los más pobres y ponerse a su servicio. Por esto, los voluntarios que sirven a los últimos y a los necesitados por amor a Jesús no esperan ningún agradecimiento ni gratificación, sino que renuncian a todo esto porque han descubierto el verdadero amor. Igual que el Señor ha venido a mi encuentro y se ha inclinado sobre mí en el momento de necesidad, así también yo salgo al encuentro de él y me inclino sobre quienes han perdido la fe o viven como si Dios no existiera, sobre los jóvenes sin valores e ideales, sobre las familias en crisis, sobre los enfermos y los encarcelados, sobre los refugiados e inmigrantes, sobre los débiles e indefensos en el cuerpo y en el espíritu, sobre los menores abandonados a sí mismos, como también sobre los ancianos dejados solos. Dondequiera que haya una mano extendida que pide ayuda para ponerse en pie, allí debe estar nuestra presencia y la presencia de la Iglesia que sostiene y da esperanza.
Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada. Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que «el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre». Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos. La misericordia ha sido para ella la «sal» que daba sabor a cada obra suya, y la «luz» que iluminaba las tinieblas de los que no tenían ni siquiera lágrimas para llorar su pobreza y sufrimiento.Su misión en las periferias de las ciudades y en las periferias existenciales permanece en nuestros días como testimonio elocuente de la cercanía de Dios hacia los más pobres entre los pobres. Hoy entrego esta emblemática figura de mujer y de consagrada a todo el mundo del voluntariado: que ella sea vuestro modelo de santidad. Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión. Madre Teresa amaba decir: «Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír». Llevemos en el corazón su sonrisa y entreguémosla a todos los que encontremos en nuestro camino, especialmente a los que sufren. Abriremos así horizontes de alegría y esperanza a toda esa humanidad desanimada y necesitada de comprensión y ternura.
RD
Francisco canoniza a Madre Teresa de Calcuta
En torno a cien mil personas abarrotaron la Plaza de San Pedro para la ceremonia de canonización más esperada del año.
Algunas Misioneras de la Caridad lo vieron acompañadas de 1.500 pobres con asientos reservados en las primeras filas.
Con estas palabras Francisco declaró oficialmente santa a la Madre de los pobres.
"Declaramos y definimos santa a la beata Teresa de Calcuta y la inscribimos en el libro de los Santos”.
Dos religiosas llevaron una reliquia de la nueva santa. La base está hecha con hierro sucio y sin pulir, que es como la sociedad ve a los pobres a quienes tanto amó Madre Teresa.
De la nueva santa el Papa recordó su trabajo a favor de la vida de los que no han nacido y de los marginados.
FRANCISCO
"Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que 'el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre'. Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante los crímenes de la pobreza creada por ellos mismos”.
La propuso como modelo para quienes trabajan como voluntarios o como empleados en obras de ayuda a los demás.
FRANCISCO
"Esta incansable trabajadora de la misericordia nos ayude a comprender cada vez más que nuestro único criterio de acción es el amor gratuito, libre de toda ideología y de todo vínculo y derramado sobre todos sin distinción de lengua, cultura, raza o religión. Madre Teresa amaba decir: 'Tal vez no hablo su idioma, pero puedo sonreír'”.
A la ceremonia sólo han podido asistir dos monjas de cada demarcación de la Orden que Madre Teresa fundó. La mayoría de las 5.000 religiosas con que cuenta la Orden han visto la ceremonia desde sus casas.
Sí que había quince delegaciones oficiales, enviadas, como la americana presidida por la alto cargo de la Casa Blanca, Lisa Monaco o la española, presidida por la madre del rey de España, la reina Sofía.
“Yo soy sacerdote gracias a Teresa de Calcuta". Fieles en Roma por la canonización
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(RV). En la plaza de San Pedro, este histórico 4 de septiembre se sentía un especial ambiente de alegría y hermandad. Más de 120.000 fieles acudieron a ceremonia de canonización de Teresa de Calcuta. Desde Castellón, (España) y después de un viaje de más de 16 horas conduciendo, llegó el Padre Alex con algunos miembros de su parroquia. “Yo soy sacerdote gracias a Teresa de Calcuta, su labor me tocó el corazón y fui a Calcuta: una escuela de misericordia”, asegura.
También desde México un grupo sacerdotes se muestran orgullosos de poder celebrar este día en Roma, celebrando “el modelo de santidad, de humildad y el gran ejemplo de caridad que da Teresa de Calcuta”. En este sentido explican cómo es la presencia de las Misioneras de la Caridad en México donde “recogen a los niños que tiran las madres a los contenedores de basura” e inciden en que las hermanas “son un aliciente para vivir como ellas”.
Y el padre Bernabé de Madrid, de la parroquia Beata Teresa de Calcuta, resalta como “la misericordia era la forma de vida de Teresa de Calcuta”.
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