miércoles, 22 de junio de 2016

Algo para pensar y orar en esta semana



Abre la llave

Por un momento, no imagines nada, salvo el lavaplatos de tu cocina o el lavatorio de tu baño. Imagina que los puedes abrir y cerrar fácilmente con una llave. Detrás de la muralla está la red de cañerías de alta presión, que trae agua para vuestra casa desde los estanques de la compañía de agua local. Cuando cortas el agua del lavaplatos o del lavatorio, una llave cierra el agua que llega, para prevenir que se inunde la casa. Cuando esa llave está cerrada, la presión del agua en la red aumenta; pero tú puedes controlar su flujo con esa llave.
El agua está siempre ahí. Su potencial está a sólo unos pocos centímetros, detrás de una poderosa llave.
Tú puedes abrir suavemente la llave para obtener un poco de agua para humedecer tu cepillo de dientes. La puede abrir totalmente para obtener el agua suficiente para lavar todos los platos y ollas.
Imagina que el agua es el Espíritu Santo. Imagina que hay una llave de agua conectada a tu corazón. Enfócate en tu corazón y enfócate en esta llave, que está conectada a la cañería que contiene al Espíritu Santo. El Espíritu está bajo una gran presión. Él está empujando la válvula de tu llave del corazón. Puedes sentir esa presión cuando despiertas en la mañana, mientras trabajas durante el día, cuando estás detenida/o en un taco de tráfico, y en los momentos antes de quedarte dormida/o.
Es la santa presión.
Guarda esta imagen en tu mente. Abre la llave. 
Gary Jansen
Espacio Sagrado

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