domingo, 1 de febrero de 2015

Aporte ecológico a la homilía del domingo por Alejandro Londoño Losada S.J.


Haciendo una relectura del evangelio de hoy (Marcos 1, 21-28), desde la ecología podríamos decir: “Cuando llegó el momento oportuno, Jesús entró en nuestros ambientes y se puso a enseñar a la gente, que estaban admiradas de sus enseñanzas, porque les hablaba con conciencia crítica y con autoridad y no como algunos leguleyos que nombran los gobiernos para los asuntos del Medio Ambiente y que permiten destruirlo con perjuicio del bien común”. 

Como en el evangelio, tampoco faltan ahora hombres con mal espíritu que se pone a gritar: “No tenemos que ver nada contigo, Jesús de Nazaret. Has venido a arruinar nuestros los negocios que estamos haciendo con la minería en las selvas y ríos… y que dejan dólares al gobierno”. 

Nosotros, por el contrario, debiéramos quedar asombrados y aceptar que es la misma doctrina que predicó en su vida terrestre, pero adaptada a los problemas ecológicos de hoy. Por ejemplo: no es el hombre para la naturaleza, sino la naturaleza para el hombre y para el bien de toda la comunidad y no de unos pocos. 

Esperemos que pronto el Papa Francisco, con la carta encíclica prometida sobre la Ecología, extienda las enseñanzas basadas en el Evangelio a toda la tierra. Ojalá la respuesta sea como la que le dio Filipinas, con una asistencia de 6 y medio de personas a su Eucaristía.

Pensemos sólo, por unos momentos, en los beneficios que nos proporcionan los árboles: 

- Nos hacen la vida más agradable. Qué bella es una arboleda alrededor de nuestras casas. 

- Los árboles nos dan serenidad y nos hacen sentir seremos, sosegados y descansados. 

- Reducen la luz intensa y los reflejos indeseados y molestos. 

- Nos regalan oxígeno a todos. Si se siembran cerca a los barrios pobres, las personas ricas también se benefician de él y al revés. 

- Cuando caen lluvias fuertes defienden la tierra evitando escurridizos e inundaciones. 

- Dan alojamiento gratuito a otras plantas y a los animales, que a su vez nos ofrecen alimentos y cantos. 

- El Señor, como en la primera lectura del Deuteronomio, también está suscitando profetas, como en el caso del Papa Francisco, que nos están manifestando cuál es la voluntad de Dios al respecto.

Alejandro Londoño Losada SJ
Jesuitas de Colombia

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