H
an pasado tres décadas desde que un pelotón del batallón Atlacatl entró en la universidad jesuita y masacró a seis sacerdotes y dos mujeres. El ejército y el gobierno atribuyeron el crimen a la guerrilla, que cinco días antes había iniciado una ofensiva y se había tomado varias colonias de la capital. La mentira se cayó, en parte, por la existencia de una testigo, una mujer que por casualidad pasó la noche a unos metros de donde se cometió el crimen.
Desde su ventana, Lucía Barrera de Cerna vio cómo un grupo de soldados entró en los cuartos de Ignacio Ellacuría y el resto de los sacerdotes. También escuchó cuando Martín-Baró llamó carroña a los soldados.
Esa madrugada del 16 de noviembre de 1989 marcó a Lucía y a su familia. Este es su relato de aquella noche, y de las que siguieron cuando el ejército la persiguió y amenazó incluso estando ya en Estados Unidos, una reconstrucción a partir de los archivos de Factum y el propio libro que Lucía publicó en 2014. Este es el testimonio que, a 30 años de impunidad, aún sigue vigente
FACTUM
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