El olor representa lo sutil, lo que no se nota, pero está presente, lo que pasa desapercibido pero deja huella. El buen olor es capaz de cambiar nuestros estado de ánimo, de evocar recuerdos, de tocar nuestros corazón.
Dios actúa de manera semejante, sin que se note, actuando en lo pequeño y escondido, en lo que pasa desapercibido. El paso de Dios por nuestra vida deja un rastro importante, aunque a veces no caigamos en la cuenta, aunque a veces no sepamos reconocerle.
Dios actúa de manera semejante, sin que se note, actuando en lo pequeño y escondido, en lo que pasa desapercibido. El paso de Dios por nuestra vida deja un rastro importante, aunque a veces no caigamos en la cuenta, aunque a veces no sepamos reconocerle.
Espiritualidad Ignaciana
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