Hace poco fui impactado por la audacia de la espiritualidad ignaciana. Una pregunta que se nos presenta en los Ejercicios Espirituales es "¿Qué debería yo hacer por Cristo?", y no debemos ser tímidos al buscar una respuesta. Ignacio aconseja a los que realizan los Ejercicios que pidan a Dios lo que desean suceda en sus vidas. Cuando aparezcan los obstáculos debes enfrentarlos siguiendo el principio del "agere contra" - hacer lo contrario. Por ejemplo, si no sientes deseo de rezar, reza más; si te atrae la riqueza, entrega dinero a otros; si no soportas a un/a compañero/a de trabajo, busca pasar más tiempo con ella o con él. Ignacio no era partidario de esperar que las cosas sucedan; le dijo a un jesuíta que se quejaba de su sequedad espiritual, que "ella podía venir por falta de confianza en sí mismo, o en pusinimilidad, y por lo tanto, puede ser curada con lo contrario". Le escribió a jesuítas en Portugal: "Ningún resultado obtenido, que no sea destacado, satisficará la gran obligación que tenéis de superaros." Ser audaces es una forma en que la mayoría de los jesuítas se ven a sí mismos." "Una audacia sagrada, una cierta agresividad apostólica, es una típica forma nuestra de proceder", lo dijo la 34 Congregación General en 1995
Jim Manney
Espacio Sagrado
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