Hace algunos años escuché esta historia que me vino a la mente al leer las palabras de Jesús: “No se angustien ni tengan miedo”. Había una vez un niño que se llamaba Jesulín. Su padre era mago. Todas las mañanas, Jesulín se levantaba, se lavaba y se vestía a toda carrera, porque sus padres lo despedían en la puerta de la casa. El papá mago se acercaba a Jesulín y le decía al oído unas palabras mágicas que éste escuchaba lleno de emoción. Jesulín guardaba las palabras mágicas en el bolsillo de su camisa, muy cerca del corazón, y de vez en cuando, se detenía, sacaba sus palabras mágicas, las escuchaba de nuevo y seguía su camino lleno de alegría.
Jesulín tenía la costumbre de recoger a algunos amigos y amigas antes de llegar a la escuela; primero que todo iba a la casa de Miguelito, que era hijo de un policía de tránsito. El papá de Miguelito le decía a su hijo al despedirlo: «Ten cuidado al cruzar las calles...
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